Muchas personas rechazan al brutalismo de inmediato. Lo ven frío, crudo, antiguo. De hecho, en un punto de los años ’80, buena parte del mundo le declaró la guerra al brutalismo, y algunos de sus ejemplos más interesantes simplemente desaparecieron. Sin embargo, el brutalismo no sólo ha resistido a sus críticos más ácidos, sino que ha encontrado un lugar de privilegio entre las iglesias europeas. El fotógrafo Jamie McGregor Smith publicó su viaje de cinco años en el libro «Sacred Modernity – The Holy Embrace of Modernist Architecture», y recientemente compartió sus iglesias favoritas…
Presentando un total de 139 imágenes pertenecientes a docenas de iglesias, el libro es un verdadero deleite para los amantes de la arquitectura y la fotografía. Con más de 200 páginas, «Sacred Modernity» se encarga de documentar el drástico giro que tomó la arquitectura eclesiástica durante el período de posguerra en Europa. Su autor indica que a principios de los ’60, la Iglesia Católica decidió buscar un «lenguaje arquitectónico» que enseñara su relevancia dentro del mundo moderno, y encontró la respuesta en el brutalismo, o en las palabras de McGregor Smith, el «arquitecto ateo»…
Fuente: Dezeen
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Que horror
Exactamente brutalismo.