A pesar de que el mercado está buscando la forma de acelerar la adopción de las unidades de estado sólido, los discos duros convencionales todavía conservan una excelente posición, gracias a su muy bajo costo por gigabyte de almacenamiento. Habiendo alcanzado ya la barrera de los tres terabytes, los discos duros parecen tentar constantemente a los límites de su evolución natural, ya que siempre parecen encontrar la forma de hacer algo mejor o más rápido, y ofrecer al mismo tiempo aún más capacidad. El camino de los discos duros ha sido largo, y aunque esta galería nos enseñará cierto punto de estabilidad en su diseño, que se conserva incluso hoy, valdrá la pena hacer este pequeño recorrido.
Recuerdo muy bien aquellas épocas (si ya mencioné esto, pido disculpas, uno se hace viejo…) en las que un disco duro no era algo común, sino más bien un lujo. Mi primer disco duro fue un Seagate, tenía 40 megabytes de espacio y era un verdadero lujo. Llegué a darle un formato en baja (a pesar de enorme etiqueta roja “DO NOT LOW-LEVEL FORMAT” del fabricante), optimicé su rendimiento un poco con la vieja herramienta Norton Calibrate, y rindió admirablemente hasta su eventual retiro con la llegada de un disco de 500 MB. Así es, de 40 pasé a 500, pero este enorme salto era en realidad algo muy común. Los primeros discos duros eran grandes, lentos, en extremo delicados, y guardaban poca información. De hecho, el primer disco duro, el IBM 350, pesaba más de una tonelada y en muchos casos requería de transporte aéreo. Apenas podía guardar 4.4 megabytes, y se necesitaron 44 años para alcanzar y superar el primer gigabyte de almacenamiento en un producto comercial.
A partir de la introducción de la tecnología Winchester (nombre heredado del viejo IBM 3340), y de la llegada del primer disco duro para sistemas de escritorio, el aumento en la capacidad de los discos salió disparado por los aires. Se había necesitado casi medio siglo para alcanzar al gigabyte, mientras que a partir de 1980, sólo debieron pasar 22 años para romper la barrera de los 137 GB. Tres años después, Hitachi lanzaba el primer disco de medio terabyte. La aceleración en el aumento de capacidad superó incluso al ritmo de la Ley de Moore, duplicándose cada año. Por supuesto, la carrera de los discos duros no estuvo libre de incidentes. Muchas compañías quedaron en el camino, mientras que el resto se compró entre sí, y los usuarios debimos tolerar cosas como unidades defectuosas y pérdida de información. Pero aquí estamos, con los discos de estado sólido reclamando atención en una acera, y los discos duros alcanzando un terabyte por platillo en la otra. ¿Tendremos un equilibrio, o los SSD serán finalmente los herederos del mercado? Mientras lo consideramos, nada mejor que recorrer esta humilde galería.