Tenemos una buena noticia: en algún lugar de EE.UU., cerca del condado de Bedford (Virginia), supuestamente existe enterrado un tesoro que puede ser tuyo. Unos 1326 kilogramos de oro y 2315 kilogramos de plata, valuados en decenas de millones de dólares. Para encontrarlos, solo tienes que descifrar un par de hojas escritas por Thomas J. Beale hace casi 200 años. ¿Te animas a intentarlo?
Tiene todo lo necesario para convertirse en una buena novela, o incluso en un film exitoso. Pero se trata de una historia real. Si eres bueno resolviendo acertijos o criptogramas, quizás debas intentar resolver el misterio que un buscador de oro desaparecido hace casi 200 años dejó para que lo resuelva su amigo y socio. Aunque tenga visos de serlo, no se trata de una leyenda urbana, sino de uno de los acertijos criptográficos más interesantes de la historia moderna.
La historia detrás de la llamada “Cifra de Beale” (cifra por cifrado) comienza en enero de 1820, cuando a un hotelucho de mala muerte de Lynchburg, Virginia, llegó un hombre que se dio a conocer con el nombre de Thomas J. Beale. Thomas se alojó en una de las habitaciones durante un par de meses, y se fue. Dos años más tarde, regresó acompañado de una caja de hierro dotada de una cerradura, cuya llave confió a la administración del hotel. Algunos días más tarde, volvió a partir.
Pasaron varios meses, y el dueño del hotel, Robert Morriss, recibió una carta que Beale le escribió desde San Luis. En esa misiva, Beale le confiaba a Morris la importancia de la caja que había dejado en su hotel. Dentro de ella se encontraban diversos papeles, algunos de los cuales estaban cifrados. La clave para comprender el texto encriptado estaba en posesión de un amigo de Beale, quien tenía orden de entregarla a Morris diez años más tarde.
Pasaron los 10 años, y Morris no recibió noticias ni de Beale ni de su amigo. Siguió conservando la caja, y 25 años más tarde, en 1845, se decidió a forzar la cerradura. La caja contenía tres hojas llenas de números separados por comas y una nota escrita en inglés corriente. La nota, escrita de puño y letra por Beale explicaba que en 1817, acompañado por algunos hombres, Beale había emprendido un viaje por Estados Unidos buscando oro. A los pocos meses, la buena fortuna quiso que hallaran una veta gigante. Durante 18 meses, armados de picos y palas, el grupo se dedicó a extraer todo el metal precioso del que fueron capaces, más dos toneladas de plata.
Beale y sus acompañantes se pusieron de acuerdo para esconder el tesoro y volver por él más tarde, convenientemente equipados. El encargado de encontrar el lugar adecuado para ello fue Beale, quien ocultó la fortuna en algún lugar de Lynchburg, Virginia. Ese fue el motivo de su primera visita al hotel de Morris. Durante la segunda visita llevó más oro al escondite, y aprovechó para entregar la caja de hierro a Morris para que, en caso de que le sucediese algo, sus socios y herederos pudieran recibir su parte.
Según explica Beale en la nota que encontró Morris, los tres documentos cifrados contienen una explicación de cómo llegar hasta la ubicación del tesoro, más un detalle de su contenido y la lista de los hombres que debían recibir su parte del botín.
Morris debe haberse sentido desolado: tenía todo lo necesario para acceder a una increíble fortuna, pero no sabía cómo descifrarlo. Cuando cumplió 84 años, en 1862, Morris se decidió a publicar el secreto, con la esperanza de que alguien pudiera comprender las tres páginas, y cumplir el encargo de Beale. En 1885, un amigo de Morris publicó un folleto con todos los datos de la caja. Pero también hizo algo más: pudo descifrar una de las tres notas cifradas. Como los documentos consistían en una sucesión de números, supuso que cada número representaba una letra. Lamentablemente había una gran variedad de números, muchos más que las letras que tiene el alfabeto.
Este hombre asumió que los números referían a las palabras o letras de un libro. Si era capaz de encontrar el libro adecuado, podría leer el texto. Este sistema de encriptación es muy antiguo y seguro, consiste en tomar el texto del libro y numerar sus palabras. Este número designa la primera letra de la palabra. Por ejemplo, si el Quijote comienza con “En Un Lugar De La mancha…”, tendríamos las correspondencias 1=E, 2=U, 3=L, 4=D, 5=L, 6=M… etcétera.
El problema que tuvo el amigo de Morris fue que no sabía qué libro había usado Beale como base. Luego de probar con cientos de libros sin conseguir nada, intentó con la Declaración de Independencia de EE.UU., y logró descifrar la segunda de las notas. En ella Beale revela la ubicación aproximada del tesoro, que se encuentra en el condado de Bedford, a unas cuatro millas de Buford’s, escondido en una cámara subterránea a unos dos metros bajo tierra. También enumeró el contenido del mismo: 1326 kilogramos de oro y 2315 kilogramos de plata. Hoy día, todo ese metal tiene un valor de exorbitante.
Por supuesto, se intentó utilizar la Declaración de Independencia para descifrar las otras dos notas, pero Beale había utilizado otros libros para codificarlas. Muchos criptólogos famosos lo intentaron también, al fin y al cabo, una fortuna como esa bien valía el esfuerzo. Herbert O. Yardley, el famoso criptólogo norteamericano de la Primera Guerra Mundial, y William Friedman, su sucesor, lo intentaron sin éxito. Si estás pensado en que quizás sí lo lograron pero no se lo contaron a nadie, te equivocas: ambos murieron pobres. De ser verdad, el tesoro sigue esperando ser descubierto en algún lugar de Virginia.
Es probable que luego de leer esto quieras hacer un intento, y no te culpamos: a nosotros nos pasó lo mismo. Solo necesitas descubrir el libro que usó Beale en cada una de ellas. Eso, claro, si todo el asunto no es un bulo grande como un elefante: existen varias teorías al respecto, que puedes leer en la Wikipedia en inglés. Sea como sea, el misterio de la Cifra de Beale sigue irresoluto y, tal vez, y solo tal vez, en algún lugar del condado de Bedford descanse, enterrado algunos metros bajo tierra, un tesoro capaz de convertirte en multimillonario. Puedes descargar “The Beale Papers” completo y en PDF pinchando aquí.