Mientras que los mismos que niegan la evolución intentan argumentar en contra de la teoría del calentamiento global, un desastre ambiental se está desarrollando en cámara lenta. A principios de esta semana, dos equipos de científicos informaron que el glaciar Thwaites, una piedra angular que sostiene la enorme capa de hielo de la Antártida Occidental, está comenzando a colapsar, derrumbándose paulatinamente. El panorama a largo plazo es sombrío.
Y un día vamos a terminar pagando las consecuencias del castigo permanente que le hace nuestra civilización a la Tierra, poniendo en riesgo todo lo que con naturalidad ha ido evolucionando luego de millones de años. Es que mientras a nosotros 50 años nos parecen una eternidad, 200 años en la vida de un glaciar no es nada; es meramente un pestañeo. Ese es el tiempo que le han dado los científicos al glaciar Thwaites, de 182.000 kilómetros cuadrados ubicado en la Antártida Occidental, que se ha desprendido para comenzar un largo proceso de colapso sobre sí mismo, derritiéndose y aumentando el nivel del mar considerablemente.
La noticia surge luego de dos presentaciones realizadas por dos equipos científicos. Uno de ellos combinó los datos sobre el reciente desprendimiento del glaciar Thwaites de 182.000 kilómetros cuadrados con un modelo diseñado para ver la dinámica de los glaciares y predecir su futuro. En un artículo publicado en la revista Science, señalan que en tan sólo 2 siglos el borde más externo del glaciar Thwaites se derretirá sobre el mar antártico. Básicamente, su modelo sugiere que el glaciar colapsará rápidamente una vez se mueva lo suficiente en estado de independiente del continente antártico debido a que éste se asienta debajo del nivel del mar en una especie de depresión en forma de bol. Una vez que el glaciar llegue al borde de ese bol geográfico, el derrame será inevitable. El segundo equipo, publicando en la revista Geophysical Research Letters (GRL), describe el reciente mapeo de radar de los glaciares de la Antártida Occidental y confirma que la cresta de 600 metros de profundidad es el último obstáculo antes de que la roca subyacente del glaciar se sumerja en un “hondo recipiente”.
Ambos equipos de investigación dicen que su colapso podría inundar la Antártida Occidental con agua de mar debido a las conexiones que existen a través de las cuencas internas con otros glaciares. De esta manera, se perdería muchísimo hielo en la zona y esto equivaldría a una suba global del nivel del mar en unos 3 metros de altura, lo que podría ser muy peligroso para algunas ciudades costeras. Para predecir el destino del Thwaites, el equipo conectó los datos de los mapas de satélite y de radar de aviones del glaciar y los de la roca madre subyacente a un modelo de simulación por ordenador.
En las simulaciones se mostraron los resultados a largo plazo, que muestran cómo en 200 años el glacial se derretirá. Y eso es en el más conservador de los escenarios, alertaron desde el European Remote Sensing Satellite, que viene midiendo los 14 kilométros de retiro del glaciar desde 1992 a 2011. En cuanto al resultado, Eric Rignot, un científico del clima de la Universidad de California y escritor del estudio de mapeo de radar del GRL dice que la simulación en el ordenador no es totalmente confiable porque no cuenta con el calentamiento que podrían sufrir los mares en las próximas décadas, por lo que el derretimiento del glaciar podría ser antes de lo pensado. Lo peor es que no hay nada que hoy podamos hacer al respecto para evitarlo (sí se podría desacelerar), y una vez que el Thwaites se haya ido, el resto de la Antártida Occidental podría estar en riesgo.