El año era 1899. La compañía conocida como Chicago & Alton Railway había presentado al Alton Limited, un espectacular tren de seis coches equipados y decorados al máximo con lo último en materia de confort para sus pasajeros. Este tren insignia se convirtió rápidamente en orgullo y gloria de la compañía… pero su introducción al público en general debía encontrarse a la altura de las circunstancias. Eso instaló un nuevo desafío: Fotografiar al tren entero, en todo su esplendor. Un año después, el fotógrafo George R. Lawrence, verdadero especialista en disparos «imposibles», sugirió una solución: Construir la cámara más grande del mundo.
Colocar un nuevo tren en las vías a principios del siglo XX no era poca cosa. La gente veía al tren como un medio de transporte revolucionario, capaz de cubrir grandes distancias en un tiempo increíble, con comodidad y relativa seguridad. Todo el mundo quería viajar en tren. Era una experiencia única, romántica… incluso mágica. Y como era de esperarse, los grandes titanes ferroviarios de la época no dudaban en colocar cada recurso sobre la mesa a la hora de presentar sus nuevas formaciones. Un buen ejemplo de esa exuberancia era el Alton Limited. Biblioteca, salón de té con estilo japonés, oficina de correos… el tren era una mini ciudad en movimiento, dedicada al lujo y el placer de sus pasajeros. Ahora, cualquiera podía crear una representación artística del tren, o fotografiarlo desde un ángulo específico, pero los directivos de la Chicago & Alton Railway querían una fotografía del tren entero. Ahí es cuando aparece George R. Lawrence.
Estacionado en Chicago, Lawrence ya era conocido por sus experimentos fotográficos, y por su habilidad al momento de realizar disparos aparentemente imposibles. La primera sugerencia de Lawrence fue crear una toma panorámica, capturando múltiples imágenes para luego unirlas. La compañía rechazó esa posibilidad de plano, porque una foto así no conservaría «la veracidad de la perspectiva», y además, las uniones quedarían expuestas. Entonces, Lawrence habló de su alternativa: El mejor tren del continente sólo podía ser fotografiado por la cámara más grande del mundo. Los directivos de Chicago & Alton Railway aceptaron esto de inmediato, y Lawrence diseñó un verdadero cañón hecho en madera de cerezo, con un vidrio de 2.43 por 1.37 metros, y lentes Carl Zeiss, también las más grandes del mundo.
En su configuración completa, la cámara pesaba 635 kilogramos, en el fuelle podían entrar seis personas, y dependía de quince operadores en total para funcionar correctamente. El gran disparo se llevó a cabo en Brighton Park, y su procesamiento demandó casi 40 litros de químicos. El resultado fue extraordinario, a un punto tal que Lawrence ganó el Gran Premio de Excelencia Fotográfica en la Exhibición Universal de París del año 1900, y tanto el fotógrafo como los representantes de Chicago & Alton Railway se vieron obligados a entregar garantías y declaraciones juradas de que era una sola foto.
¡Que buena nota! ¡Gracias por compartirla!
la pregunta del millón, con que cámara hicieron la foto de la cámara?