Desarrollar fuentes de energía alternativas es algo a lo que siempre le damos la bienvenida, pero no debemos perder de vista que en muchos casos, la energía obtenida necesita ser almacenada. En el estado de Texas existe una importante cantidad de “granjas eólicas”, y una de ellas es la de Notrees, con una capacidad instalada de 153 megavatios. Para compensar aquellos momentos en los que la granja pierde eficiencia y debe enfrentar picos de demanda, Duke Energy y Xtreme Power han instalado una batería que cómodamente puede reclamar el título de “más grande del mundo”, entregando un máximo de 36 megavatios de potencia.
El hecho de que las baterías en los dispositivos móviles no son lo suficientemente “grandes” como para mantener activos a nuestros dispositivos móviles se ha convertido en una queja bastante común. En esa clase de entornos, los fabricantes deben realizar varios compromisos de peso y tamaño para no afectar la portabilidad y la estética de cada gadget. Sin embargo, cuando esos factores no afectan el objetivo final de la batería, se pueden crear verdaderas moles. Uno de los mejores ejemplos que podemos encontrar hoy está en Texas. La gente de Duke Energy posee una granja eólica en ese estado (Notrees Wind Farm), y para incrementar la eficiencia de la granja en momentos de mayor demanda, se ha aplicado una solución simple y compleja al mismo tiempo: La batería más grande del mundo.
De acuerdo a la información disponible, esta batería gigante fue creada por Xtreme Power, una empresa local. La instalación puede reaccionar ante cualquier pico de demanda, especialmente durante aquellos momentos en los que la granja no está en su nivel de eficiencia ideal (después de todo, no se puede obligar al viento a soplar), entregando un máximo de 36 megavatios de potencia por intervalos de quince minutos. Existe un dato conflictivo, y es el de la capacidad de la batería. Un PDF oficial, además de varios sitios, reportan que la capacidad de la batería es de 24 MWh, pero si ese fuera el caso, el sistema sería capaz de entregar 36 megavatios por cuarenta minutos en vez de quince, a menos que la batería pierda poder más rápido de lo que los números nos revelan hasta aquí, o que existan medidas de seguridad automáticas para evitar exigir al sistema (esto no fue aclarado por las fuentes oficiales).
Con la intervención de esta batería gigante, la red no sólo tiene mayor capacidad de respuesta ante los aumentos en la demanda, sino que también se reduce la dependencia sobre turbinas tradicionales, que además de ser contaminantes, tienen un tiempo de reacción mucho más lento (hasta quince minutos en plantas de gas). Dicho de otra manera, la batería está allí para equilibrar al sistema de distribución, y ser recargada con energía renovable cuando la demanda es baja (por ejemplo, durante la noche). El costo del proyecto ha sido estimado en 44 millones de dólares, un número para nada despreciable, pero que hasta aquí transmite la sensación de haber sido una buena inversión.