La Anomalía del Atlántico Sur es una región en donde los cinturones de radiación de Van Allen -normalmente ubicados entre los 1000 y 5000 kilómetros de altura- se encuentran a menos de 500 km. de la Tierra. Algunos creen que esto se debe al hecho de que el centro del campo magnético de la Tierra está desviado de su centro geográfico. Otros creen que se debe a un efecto secundario de una reversión geomagnética. Lo cierto es que los satélites artificiales o astronautas que la atraviesan corren el riesgo de ser dañados por las fuertes radiaciones que allí se encuentran.
La Tierra se encuentra bastante bien protegida de la lluvia de partículas de alta energía que proviene del Sol gracias a la existencia de unos verdaderos escudos naturales denominados “cinturones de Van Allen”. Se trata de una zonas de la magnetosfera terrestre con forma de anillo en la que se encuentran altas concentraciones de partículas cargadas. Allí, una gran cantidad de protones y electrones se mueven describiendo una espiral entre los polos magnéticos del planeta, creando dos regiones principales a las que se conocen como cinturón interior y cinturón exterior. El primero de ellos se encuentra a partir de los 1.000 km por encima de la superficie de la Tierra y alcanza una altura máxima de unos 5.000 km. El cinturón exterior se extiende aproximadamente desde los 15.000 hasta los 20.000 km. Ambos se originan a partir del intenso campo magnético de la Tierra, que atrapa las partículas cargadas provenientes del Sol. Deben su nombre a su descubridor, James Van Allen, y a la hora de poner un satélite en órbita se debe tener muy en cuenta su existencia ya que los componentes electrónicos a bordo de estos podrían resultar dañados si el aparato resulta expuesto a las fuertes radiaciones.
En general, los satélites de orbita baja (LEO, por Low Earth Orbit) se colocan a una altura tal, que el roce con la parte superior de la atmósfera sea el menor posible pero sin alcanzar los 1000 km de forma que no penetren en el cinturón inferior. Los satélites geoestacionarios, con órbitas altas/medias (MEO, por Medium Earth Orbit), como los geoestacionarios, se sitúan alrededor de 35.000 km de la superficie terrestre, por encima del segundo anillo. Sin embargo, hay muchos satélites artificiales -o incluso la Estación Espacial Internacional misma- que deben ser “blindados” especialmente. Esto se debe a que sus órbitas atraviesan una región del Atlántico Sur en la que se produce un efecto conocido como Anomalía del Atlántico Sur (SAA, por South Atlantic Anomaly), en la que los cinturones se encuentran a una muy baja altura. En esa región, los cinturones de Van Allen se encuentran a sólo unos 500 kilómetros de la superficie terrestre, culpa de una depresión en la intensidad de su campo magnético. Esta diferencia en la intensidad de campo se debe a que el polo norte del gigantesco imán que conforma nuestro planeta se encuentra desviado uno 450 km. del polo norte geográfico. Como resultado de ello, los cinturones de partículas no están perfectamente alineados y en la mencionada región se produce una depresión que resulta muy peligrosa para nuestra frágil tecnología.
Cualquier satélite o nave espacial tripulada que describa una trayectoria con una inclinación orbital de entre 35° y 60° atravesará la anomalía periódicamente, exponiéndose durante varios minutos a una fuerte radiación. La Estación Espacial Internacional, por ejemplo, posee una órbita con una inclinación de 51,6°, y durante su construcción se la dotó de un blindaje extra para que sus tripulantes y ordenadores previesen sobrevivir a la anomalía. Otro afectado por este fenómeno es el Telescopio Espacial Hubble, que no efectúa observaciones al pasar por esta región. La posición de esta anomalía no es fija, sino que deriva lentamente debido a la rotación diferencial entre el núcleo terrestre y su superficie, desplazándose entre 0,3 y 0,5 grados por año. Ubicada actualmente por encima de Brasil, Argentina y el Atlántico Sur, la zona de peligro se va moviendo lentamente hacia el Océano Indico Sur. Esto significa que en un periodo de entre 700 y 1000 años la anomalía debería completar un giro completo alrededor de nuestro planeta. Pero dado que solo ha sido detectada hace unas pocas décadas, los científicos no están completamente seguros la forma en que evoluciona este fenómeno. De hecho, la intensidad del campo magnético terrestre en general se está debilitando a gran velocidad. Mediciones efectuadas con una diferencia temporal de 20 años entre una y otra muestran que -de seguir a este ritmo- el campo podría desaparecer por completo en unos 1000 años, lo que sugiere que nos encontramos en los preliminares de un cambio de sentido en los polos magnéticos, algo que ha sucedido varias veces en la historia de la Tierra. Si esto es cierto, lo que hoy vemos como una anomalía seria lo normal para toda la superficie de la Tierra, ya que sin campo magnético no habría cinturón de partículas que nos proteja. Mientras tanto, los ingenieros y especialistas de las agencias espaciales siguen reforzando los cacharros que deben atravesarla.