La amistad entre algunas de nuestras históricas personalidades de la ciencia es bien sabida, pero el caso de Isaac Asimov y Carl Sagan dejó un documento histórico desvelado en el libre “Suyo, Isaac Asimov: Una vida en cartas” (1995). En las cartas de admiración de Isaac Asimov a Carl Sagan, se ve el temprano respeto que tenía el autor de ciencia ficción por el joven científico. Una admiración que, por supuesto, era recíproca.
La historia nos ha relatado muchas historias acerca de la admiración que se han tenido las figuras más extraordinarias de la historia entre sí. Esta admiración no siempre es desvelada, y mucho menos cuando se trata de una persona mayor a otra menor. Sin embargo, Isaac Asimov, autor de hitos de la ciencia ficción como ser la saga “Fundación”, “Yo, Robot”, “El hombre bicentenario”, “El fin de la eternidad” y más de cuatro decenas más de apasionantes historias, conoció a Carl Sagan a través de las lecturas que hacía de este.
Isaac no pudo refrenar su honestidad intelectual al referirse al joven científico y divulgador como un verdadero sabio, capaz de corregir hasta al grandísimo Asimov y ganarse por ello un respeto intelectual y una amistad que duró más de 25 años.
Una de las primeras frases que nos llaman la atención acerca de esta relación es la idea que tenía Isaac Asimov de Carl Sagan antes de conocerlo. El patilludo genio decía:
Yo me lo imaginé como una persona entrada en años (el estereotipo del astrónomo con su telescopio), sin embargo me encontré con que era un hombre joven y elegante, de 27 años de edad; alto, moreno, elocuente y absoluta e increíblemente inteligente.
El libro, “Yours, Isaac Asimov: A lifetime in Letters”, editado por el hermano de Asimov, Stanley Asimov, tiene entradas increíbles sobre la relación entre estos dos genios. Por ejemplo, en una carta que Asimov le envió a un amigo en 1966, esto escribía sobre Sagan:
Sagan ha leído la mitad de mi libro sobre el universo y ha encontrado un error fundamental. En mi traducción de las teorías de Eddington sobre la estructura estelar, hablé de la presión de la radiación. Al parecer, no tenía que haberlo hecho. Afortunadamente, sólo significa corregir una frase aquí y allá.
Pero esto es para lo que necesito a Sagan. Cualquier cosa que él no encuentre, no está ahí para ser descubierta. Si sólo fuera él un poco más rápido al respecto… Yo le dije que me di cuenta de que él estaba muy ocupado, demasiado, pero luego añadí con mi marca de ingenuidad: “Pero entonces, ¿cuál es su trabajo en comparación con el mío?”
Y él dijo: “Usted lo dice que de tal manera que puedo tomarlo como una broma. Pero usted lo dice realmente en serio, ¿verdad?”
Así que hice lo mejor de ello. Le dije: “Sí, así es.”
Un tipo muy inteligente, ese Sagan.
En 1971, ambos se reunieron y junto a Ray Bradbury, Arthur C. Clarke y el editor de ciencia del The New York Times, hablaron sobre “Marte y la Mente Humana” en un documento literario obligatorio. Dos años más tarde, Asimov no pudo resistirse otra vez y le escribió:
Acabo de terminar La conexión cósmica (un libro de Sagan) y me encantó cada palabra que leí. Usted es mi idea de un buen escritor, porque tiene un estilo natural y artificialmente desafectado, cuando leo lo que escribe, le oigo hablar.
Una cosa sobre el libro me puso nervioso. Y es que es demasiado obvio que usted es más inteligente que yo: Odio eso.
En 1980, Isaac no fue indiferente al amor declarado y formalmente establecido entre Carl Sagan y Anne Druyan:
Tres hurras para Carl Sagan y Ann
Quienes hoy día se han convertido en marido y mujer.
Sea vuestra vida brillante como el día
Tanto como la gran Vía Láctea
Tanto como el Big Bang con el que empezó todo.
La admiración de Asimov hacia Sagan tuvo otra demostración en 1985, cuando el primero escribió:
Acabo de escuchar su charla sobre el invierno nuclear en la transmisión pública. Estoy tan orgulloso de usted, que casi me quiebro con ello. Fue sin duda el mejor y más sano discurso que podía imaginar sobre el tema. Me complace mucho ver que yo estaba de su lado en cada frase de su charla.
Por último, uno de los aspectos más intrigantes sobre la relación era esa especie de admiración-respeto-competencia intelectual que existía entre los dos, especialmente de parte de Asimov. Así fue como, con un poco de humor, le contó a otro amigo cómo se sentía sobre el éxito de Sagan:
Hace medio año, Carl Sagan publicó “Contacto” y ello dejó afuera a la mitad de las ventas de “Robots e Imperio” (Hoy en día, ¿quién puede permitirse el lujo de comprar dos tapas duras?)
Sin lugar a dudas, toda una manifestación de admiración de Isaac Asimov a Carl Sagan, que siempre fue compartida por el astrónomo. Dos hombres que de diferente manera pero compartiendo un tópico y una curiosidad, formaron parte de las historia de la ciencia y la difusión popular de la misma.