En otra de esas cachetadas a nuestra infancia y escribiendo un nuevo capítulo entre los errores cinematográficos más groseros, Jurassic Park fue objeto de revisión por parte de la ciencia y no salió bien parado por culpa de un mosquito equivocado. En este artículo te contamos por qué un entomólogo nos dice que el argumento de Jurassic Park no tiene sentido, al menos desde el punto de vista rigurosamente científico.
Los sucesos imposibles, los instrumentos inexistentes, los conflictos espacio temporales, las teorías ficticias y las físicas inexplicables son moneda común en el cine, pues a veces una buena idea puede arruinarse completamente por un detalle técnico o una rigurosidad científica que menos del 1% de los consumidores notará.
Con un trabajo científico de fondo decente en relación a los estándares de la época, mostrado en cuanto a investigación de las dimensiones, conductas, periodos de vida, apariencia y alimentación, los dinosaurios de Jurassic Park atendían correctamente a la concordancia científica, salvo algunos detalles menores (como el escaso tamaño de los velociraptors o nombres mal escritos). Sin embargo, un error en algo minúsculo hoy está cuestionando un poco más a esta película en donde más le puede doler a una película: En su argumento. Y lo peor es que el culpable es un mosquito.
La trama de Jurassic Park, según se la relataba a los protagonistas el creador del ficticio parque temático Lord Richard Attenborough, indicaba que los científicos a su cargo habían encontrado un mosquito petrificado en ámbar, con una data de millones de años de antigüedad. Su hipótesis era que si este mosquito había compartido el hábitat con los dinosaurios, tal vez se había alimentado de la sangre de estos y al quedar petrificado, el contenido de esta todavía estaría dentro de su estómago.
Dicho y hecho, a través de un proceso delicado (y que en realidad es casi imposible), los científicos encontraron y extrajeron ADN de dinosaurios a los que el mosquito había picado y luego lo utilizaron para clonar y crear una gran variedad de animales prehistóricos que harían vivir dentro del parque.
Todos sabemos que la historia se problematiza cuando los dinosaurios se vuelven incontrolables y empiezan a devorarse todo lo que encuentran (abogados incluidos). Pero volvamos al mosquito en cuestión. Mirando la película en una repetición, el entomólogo Joe Conlon descubrió la pesadilla de cualquier fanático de Jurassic Park y su bastante aceptable correspondencia científica. Resulta que si bien es cierto que los mosquitos han estado en el mundo desde hace más de 170 millones de años y que se alimentaron de los dinosaurios, el mosquito que se menciona en la película es el Toxorhynchites Rutilus, la única especie de mosquito que justamente no se alimenta de sangre.
Mientras esperamos a que le reclamen el pago por su trabajo al Steven R. Kutcher, el entomólogo contratado para revisar científicamente a la película, nos enteramos de que Conlon dijo que de haber usado cualquier otra especie hubieran estado acertados y que la película sólo tendría para explicar cómo es que un ADN podía mantenerse estable y en condiciones de ser replicado luego de 80 millones de años. Eso y algunas cosas más, pero Jurassic Park es Jurassic Park y como fue lo mejor que pasó en 1993, le perdonamos todo. Especialmente cuando el T-Rex se roba la película.