Desde cierto punto de vista, era inevitable. Luego de conquistar pruebas de embarazo, ladrillos Lego, el Bloc de Notas, sistemas de teletexto, teléfonos de línea y equipos de ultrasonido, lo único que le faltaba al Doom era escapar del ámbito tecnológico tradicional, para dar el salto a la biotecnología. Una estudiante de ingeniería biológica en el MIT llamada Lauren Ramlan creó la simulación de una pantalla basada en células de Escherichia coli, y logró reproducir un frame de Doom… cada ocho horas.
La primera película de Doom (sí, hay una segunda) dejó a un lado el concepto de invasión demoníaca interdimensional para enfocarse en experimentos genéticos con un cromosoma artificial extraterrestre. La idea de «bien y mal como condiciones genéticas» no deja de ser interesante para un proyecto de ciencia ficción… pero al final los fans querían otra cosa.
Hoy, el Doom vuelve a intercambiar disparos con la genética, aunque en un contexto completamente diferente. Primero hay que viajar al MIT, donde una estudiante de ingeniería biológica llamada Lauren Ramlan creó una pantalla basada en células de Escherichia coli para jugar Doom. Y segundo… debemos tener paciencia, porque su framerate está lejos de ser óptimo.
Doom + E. coli = 💥
El experimento de Ramlan se basa en un proyecto anterior, «Programming Escherichia coli to function as a digital display» del año 2020. La pantalla que propone es en realidad una configuración de 1.536 células de E. coli con un formato de 32 x 48 «píxeles». Usando términos muy relajados, esta pantalla de 1 bit utiliza «pares represor-operador» para controlar la fluorescencia de las células, generando así los ceros y unos necesarios. Después de capturar los primeros frames del Doom, utilizó una técnica de thresholding (usualmente traducido como «Método del valor umbral») para determinar los píxeles que deben estar encendidos y apagados.
El resto es cuestión de simular las células (y por extensión, la pantalla) y procesar el frame. Sus resultados dentro de la simulación confirman que la pantalla necesita 70 minutos para alcanzar su iluminación máxima, y un total de 8.3 horas para regresar a su estado «off» y comenzar la carga del siguiente frame. Ramlan incluso se tomó la molestia de calcular el tiempo que tomaría jugar una partida entera de Doom bajo estas condiciones (usando como referencia el cap original de 35 FPS y una duración promedio de cinco horas), y el número final es de 599 años. Rip and tear, muy despacio.
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Fuente: Rock, Paper, Shotgun
Así se empieza
Ian Malcolm tiene razón. Todo es «Oooh, ahhh», y después, *pum*, zombies.