Por más extraño que suene, tu próxima sesión fotográfica podría estar escondida en un paquete de fideos, en resortes oxidados, en un juguete abandonado, o en una botella de plástico descartada. Por supuesto, el «factor habilidad» es muy importante, y el fotógrafo Jordi Puig nos enseña algunos ejemplos contundentes de lo que podríamos alcanzar: Excelentes perspectivas, ángulos llamativos, y escenas congeladas en el tiempo y el espacio, todo a partir de objetos comunes, agua, fuego, y el ocasional ajuste digital.
Con toda honestidad espero que alguno de nuestros artículos dedicados te haya llevado a comprar tu primera cámara fotográfica, pero si aún no lo has hecho, no hay problema. Siempre habrá espacio para experimentar con smartphones y cámaras más básicas. Ahora, si te estás preguntando por dónde comenzar, tal vez la respuesta se encuentra más cerca de lo que crees. Algunos meses atrás observamos diferentes objetos comunes desde su interior, y cuando digo «comunes» hablo de cosas como ralladores de queso o esponjas.
El fotógrafo Jordi Puig de Barcelona lleva esa idea por otro camino con sesiones extraordinarias basadas en botellas plásticas, cadenas, libros, fideos de letras, humo, fuego, agua, pelotas de tenis, smartphones, y hasta una peonza. En su breve introducción, Jordi revela que utiliza una fantástica Sony Alpha A7 III, y Adobe Lightroom en sus ediciones. Lo que verás a continuación es apenas una humilde muestra. El resto de su galería se encuentra en Instagram, y también puedes visitar su tienda oficial.
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