En general no es una buena idea pedir ayuda a través de Internet. Del otro lado siempre hay alguien esperando a inyectar su dosis de trolling, pero algunos lo hacen tan bien que se convierten en celebridades virtuales. Uno de los casos más contundentes es el de James Fridman, quien recibe toda clase de peticiones en Twitter e Instagram para editar fotografías. Los resultados, son un show.
Salvo algunos casos aislados en los que James se negó a editar (por ejemplo, cicatrices o marcas de enfermedades) el dueño original de la foto termina muy decepcionado, y cuanto más superficial sea el pedido inicial, más duro es su trolling. Básicamente cualquiera puede enviar fotos a James, siempre y cuando se sigan términos y condiciones básicas relacionadas con seguridad y privacidad. James tiene una página oficial, un perfil en Instagram, y una cuenta de Twitter donde comparte sus más recientes «trabajos».