Un nuevo mecanismo para lograr la invisibilidad ha sido propuesto. Los investigadores de la Fudan University en Shanghai (China) creen que unas pequeñas nanoesferas flotando en un líquido pueden ser controladas mediante un campo magnético para modificar a gusto del usuario el índice de refracción del líquido. Esto haría que la luz se “curvase” ocultando los objetos que se encuentran en su interior. Pero, ¿este tipo de tecnología llegará alguna vez a ponerse en práctica?
La invisibilidad esta de moda. Es extraño, porque a pesar de que cada día se publica algún nuevo trabajo que asegura que dentro de unos meses lograremos por fin ser invisibles, el tiempo pasa y ninguna tecnología logra convertir estos anuncios en realidad. La humanidad mantiene una relación bastante compleja con este tema. De alguna manera, todos hemos fantaseado con ser invisibles y poder espiar a los demás sin ser vistos. Pero, como es lógico, una tecnología capaz de volvernos invisibles también puede hacer lo mismo por los demás, exponiéndonos a ser espiados por el resto del mundo. Dejando de lado cuestiones filosóficas, lo concreto es que solo somos capaces de “ocultar” cosas muy pequeñas y en un rango de frecuencias absolutamente acotado, que para colmo casi siempre se encuentra en el rango de las microondas.
En los últimas días un grupo de científicos de la Fudan University en Shanghai (China) ha expresado que podría conseguirse la invisibilidad mediante una enorme cantidad de nanoesferas, cada una con un diámetro menor a los 10 nanómetros (mil millonésimas partes de un metro), hechas de un material ferromagnético y recubiertas con una capa de plata. Dichas esferas se encontrarían en suspensión dentro de un líquido y serían capaces de reaccionar ante la presencia de un campo magnético. Ji-Ping Huang, el científico a cargo del grupo, ha explicado que mediante la aplicación controlada de ese campo magnético, las esferas se “ordenarían creando cadenas más o menos largas según sea necesario” para modificar el índice de refracción del líquido. Como hemos explicado alguna vez, la velocidad de la luz cambia al atravesar algunas substancias semitransparentes -como el agua o el aire- produciendo eventos como los espejismos. Huang propone crear un índice de refracción “a medida” para cada zona del líquido de forma que se guié a la luz a través de una ruta que “esquive” el objeto que se pretende ocultar.
No hay dudas que se trata de un mecanismo ingenioso. Lo difícil es que pueda construirse. Y lo muy difícil es que llegue a ser práctico. Suponiendo que dentro de una o dos décadas podamos construir las esferas que propone Huang, el sistema de control del campo magnético es una tarea que posiblemente exceda el poder de cálculo de cualquier superordenador imaginable. Si el objeto a ocultar -supongamos que es un buzo humano nadando que intenta “infiltrarse” en algún sitio sin ser visto- se mueve, agitará el agua a su alrededor provocando que todas las esferas cambien de posición. Si las nanoesferas miden unas pocas mil millonésimas de metro cada una, para ocultar a una persona harán falta miles de millones. Controlar la posición de cada una en tiempo real, en un medio en movimiento, puede que sea imposible durante siglos.
Las simulaciones por ordenador del sistema de la Fudan University demuestran que este tipo de invisibilidad es teóricamente posible. Pero construir un dispositivo práctico que haga uso de este principio puede que nunca esté a nuestro alcance. Además, al igual que ocurre con otros sistemas que emplean anillos de metamateriales para volver invisibles pequeños objetos, todo el equipo necesario para mantener en funcionamiento el dispositivo de invisibilidad sería enorme. Y muy visible. Esto no significa, por supuesto, que nunca lograremos volvernos invisibles. Pero es bastante probable que lo consigamos gracias al empleo de algún atajo de la física cuántica o de alguna ciencia todavía no inventada., y no utilizando bolitas de plata.