Casi todo el mundo, en algún momento de su vida, se ha sentido obligado a hacer algo por un motivo que no puede definirse mediante la razón. Durante mucho tiempo la intuición fue considerada por los científicos como una pseudociencia más, sin embargo, esto podría estar cambiando.
La situación es de lo mas común: tienes la una “mala sensación” sobre alguien, sin poder explicar por que. O deciden realizar una operación financiera arriesgada por que hay "algo" que te hace pensar que va a tener éxito. Este tipo de comportamiento intuitivo se da aun en las personas más racionales. Pero para la ciencia, la intuición ha formado parte de las pseudociencias, y, junto a la parasicología y otras, ha sido ridiculizada durante años por los científicos.
El estudio de la intuición ha sido considerado comúnmente como una disciplina espiritual que carece de un verdadero valor científico. Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que la intuición es algo mucho más profunda de lo que se pensaba. Según un estudio realizado por la Universidad de Leeds, la intuición es algo más que una simple corazonada.
Aparentemente, lo que conocemos como “intuición” seria el resultado de la forma en que nuestro cerebro almacena, procesa y recupera información a nivel del subconsciente, dice el Profesor Gerard Hodgkinson. Según sus investigaciones, la intuición es un verdadero fenómeno psicológico que necesita un estudio más a fondo que nos ayude a aprovechar su potencial.
Mediante el análisis de una amplia gama de documentos relacionados con el fenómeno, los investigadores llegaron a la conclusión de que la intuición es la forma que tiene el cerebro para tomar rápidamente una decisión de forma no consciente, basándose en las experiencias del pasado y en señales externas. En otras palabras, es un proceso que ocurre tan rápidamente que no somos conscientes de que se está llevando a cabo. La intuición es en realidad el resultado de una “ráfaga” de pensamiento lógico.
"La gente suele ser mas intuitiva cuando está sometida a fuertes presiones de tiempo, o en casos de sobrecarga de información o de peligro grave, en donde el análisis consciente de la situación puede ser difícil o imposible", dice Hodgkinson.
El investigador cita el caso comprobado de un piloto de Fórmula Uno, que frena bruscamente al acercarse a una curva sin saber por qué, pero que gracias a esa acción evita un accidente. La intuición sin duda salvó su vida.
Sin embargo, es posible que la gente le de mas importancia a su intuición de la que realmente tiene. Richard Wiseman ha llevado a cabo un sencillo experimento, del que han participado 15.000 personas. La experiencia se llevó a cabo a través de Internet, y puso en la picota la llamada “intuición femenina”, revelando que las mujeres sobrestiman su “sexto sentido”.
Los participantes debían responder a seis preguntas y luego mirar diez pares de foto con rostros sonrientes: cada par estaba protagonizado por una persona, una de las sonrisas era simulada y la otra real. El sujeto debía indicar cuál era la sincera.
Las preguntas previas al experimento revelaron que las mujeres están convencidas de ser mucho más intuitivas que los hombres (el 77% de ellas supone que puede juzgar correctamente a la gente al primer vistazo, frente al 58% de los varones). Los hechos, sin embargo, dicen otra cosa: mientras que los hombres detectan el 72% de las sonrisas auténticas, las mujeres acertaron algo menos, solo el 71% de los casos. También son peores cuando se trata de descubrir una sonrisa falsa en alguien del otro sexo. Los hombres acertaron en el 76% de los casos en los que una mujer simula sonreír mientras que ellas sólo detectaron un 67% de las sonrisas falsas masculinas.
¿Puede confiarse en un “sentido” que solo nos proporciona resultados en un 70% de los casos? La respuesta es “no demasiado”. Si pensamos que simplemente tirando una moneda hubiésemos promediado un 50% de aciertos, el 70% logrado por la intuición no parece demasiado impresionante. De todos modos, como dice Hodgkinson, en situaciones extremas, confiar en nuestra intuición puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso, o la vida y la muerte.