La influencia social informativa nos habla de un fenómeno bajo el cual alguien asume que el accionar de otras personas equivale a un «comportamiento correcto» en situaciones específicas. Es una clásica respuesta ante la falta de información, y aunque posee un componente racional, sus efectos provocan que grandes grupos se cierren en sí mismos o se conformen con ciertas decisiones u opiniones, independientemente de su validez o de la cantidad de datos que las respaldan. Si crees que esto hace clic en plena época de redes sociales y fake news, no te equivocas…
Una palabra que se ha puesto muy de moda es «influencer». En su versión más común, el influencer adopta un perfil de consumidor potencial, explorando lo bueno y lo malo de un producto. Pero bajo la dinámica de las redes sociales, este influencer puede convertirse en «palabra autorizada» sólo por tener miles de seguidores que lo apoyan, y todo lo que haga o diga es calificado en base a ese detalle. Otro caso interesante es el de los deportistas electrónicos. Una vez que hablan sobre el hardware que utilizan a la hora de entrenar y jugar, sus fans reproducen esa recomendación y la aplican sin explorar alternativas ni considerar la posibilidad de que tal vez no sea lo mejor para ellos.
Influencia social informativa: «La sabiduría de la multitud»
Si alguien ve esto «desde afuera», al no poseer datos adicionales podría concluir que la recomendación es apropiada y válida porque la popularidad del deportista/influencer y su número bruto de seguidores transmiten una supuesta sensación de confianza, sin embargo, no es más que la influencia social informativa: En situaciones ambiguas, una persona incapaz de identificar un comportamiento adecuado será conducida por las personas a su alrededor, partiendo de la suposición de que cuentan con más información, y de mayor calidad.
La influencia social informativa nos obliga a asimilar conceptos similares como el comportamiento de manada (o comportamiento gregario), la falacia del argumentum ad populum («si muchos lo creen, entonces es verdad»), y el siempre importante sesgo de confirmación, bajo el cual la gente favorece aquella información que confirma sus ideas, visiones e hipótesis, incluso al extremo de ignorar su falsedad. El impresionante avance de la influencia social informativa demanda que seamos capaces de identificarla, porque hay muchos elementos allá afuera (crowdfunding, campañas políticas, etc.) que la usan para tratar de crear un «comportamiento correcto» y modificar nuestras acciones.