Los miles de ladrillos y los otros tantos materiales que se requieren para construir un edificio hoy en día podrían ser creados en laboratorios en vez de en barracas y las protagonistas de tal iniciativa serían las impresoras 3D. Desde el MIT, un equipo de especialistas está comenzando a crear una tecnología capaz de desarrollar materiales para construcción a través del manejo de materiales duros y los resultados del software y las máquinas utilizadas en el proyecto no dejan de ser esperanzadores.
Cuando se habla de impresión 3D, las miradas de los interlocutores adquieren un aspecto de asombro y hasta de escepticismo sobre las posibilidades que esta tecnología tiene a corto plazo, pero sobre todo a gran escala, ya que las construcciones de objetos pequeños e incluso los planos para crear impresoras 3D en tu casa ya están ampliamente documentados. ¿Pero de qué se habla cuando se menciona la gran escala? Por supuesto que al mencionar la palabra edificio esto queda respondido, sin embargo la idea de un grupo de trabajo del MIT viene por el lado de imprimir los materiales necesarios en vez de construirlos convencionalmente con la tecnología de siempre, para luego crear estructuras de mayor porte, que requieren de un tratamiento de seguridad y calidad de materia muy elevado a lo que hoy día se puede conseguir.
Como es sabido, las construcciones de los edificios que hoy habitamos son la misión de materiales construidos en serie, como ladrillos prefabricados, bloques y todo aquello que conforman las paredes y los pisos en los que desarrollamos gran parte de nuestras vidas. A este modelo costoso de construcción, los especialistas del MIT están tratando de encontrarle un paliativo, y la arquitecta Neri Oxman se ha puesto al frente del equipo para intentar imprimir materiales para la construcción de edificios y otras estructuras similares en pos de reconvertir la industria a través de la impresión 3D y alcanzar un nuevo nivel en la arquitectura del futuro. El proyecto se basa en un tratamiento de los polímeros y la porosidad de las diferentes materias primas a través de las máquinas de prototipado rápido, también conocidas como impresoras 3D, que pasarían de manipular plástico a materiales duros, como el concreto, metales, etc.
La propuesta de Neri Oxman es progresar también en el cuidado del medioambiente a través de conseguir materiales cuyo proceso sea más inocuo para el planeta y también ahorrar dinero y tiempo con el mismo proceso de impresión, donde la precisión de las máquinas y la inteligencia en el rellenado de los modelos mejoraría el uso de los materiales. La impresión se basa en algoritmos que determinan propiedades de los materiales y maximizan capacidades de utilización, que luego se vuelcan en los modelos creados con la seguridad de haber superado pruebas de estrés físico. Los resultados están por ahora muy verdes y habrá que esperar a avances más fuertes y aplicaciones que trasciendan algunas estructuras de baja escala, pero la belleza estos modelos y la particularidad de su génesis ya se ganaron un espacio en museos como el de Arte de New York y el de la Ciencia de Boston.