Una de las enfermedades que más preocupa a los investigadores es la diabetes. Recientes estudios efectuados por los científicos del UT Southwestern Medical Center demuestran que la ansiada cura para la diabetes tipo 1 -aquella que requiere que el paciente reciba inyecciones de insulina periódicas- podría tener cura. El trabajo se ha basado en la eliminación de una hormona denominada glucagón en ratones diabéticos, los que lograron mantener estables sus niveles de azúcar sin la necesidad de insulina.
Los pacientes que padecen diabetes del tipo 1 necesitan administrarse periódicas inyecciones de una hormona polipeptídica formada por 51 aminoácidos llamada insulina. Esto les permite controlar el nivel de glucosa –azúcar– que tienen en su sangre. El cuerpo humano obtiene glucosa a partir de los alimentos que consumimos, y mediante el torrente sanguíneo se distribuye a todas las células del cuerpo. La función de este azúcar es proporcionar la energía que las células necesitan para funcionar. Normalmente el páncreas produce la cantidad necesaria de insulina para mantener el nivele de azúcar en sangre dentro de los parámetros normales. En las personas que padecen diabetes tipo 1 el páncreas no produce insulina. La carencia de esta hormona hace que la glucosa no pueda ingresar en las células, permaneciendo en el torrente sanguíneo, provocando que la concentración de azúcar en la sangre alcance niveles lo suficientemente altos como para resultar mortales. Ese es el motivo por el que necesita inyectársela.
Sin embargo, los investigadores del UT Southwestern Medical Center (Estados Unidos) han demostrado que los ratones diabéticos pueden vivir son necesidad del aporte de insulina. Un equipo de científicos, dirigidos por Roger Unger, llegó a esta conclusión luego de haber creado ratones genéticamente modificados incapaces de producir glucagón, una hormona peptídica de 29 aminoácidos que actúa en el metabolismo de los hidratos de carbono evitando que el azúcar baje demasiado y que en los pacientes con diabetes tipo 1 se produce de forma desmedida. En estos ratones, Unger destruyó las células productoras de insulina, y encontró que ante la ausencia de glucagón e insulina, los niveles de azúcar en su sangre eran normales.
El glucagón fue descubierto en 1923 (un año después del descubrimiento de la insulina) por Kimball y Murlin, y es sintetizado por las células alfa del páncreas, en lugares denominados islotes de Langerhans. El hallazgo realizado por el equipo de Unger cambia totalmente el panorama que enfrentan aquellos que sufren esta enfermedad, ya que demuestra claramente que la insulina no es la única hormona que juega un papel fundamental en el control de los niveles de azúcar en la sangre. Por supuesto, antes de alegrarse demasiado hay que esperar a ver los resultados de esta investigación en humanos, pero dada la similitud entre el organismo de estas ratas y el humano, todo parece indicar que este trabajo ha abierto una puerta que podría llevarnos a la creación de nuevos tratamientos capaces de combatir -y quizás en un futuro no muy lejano curar- esta enfermedad. “Nuestro trabajo sugiere que si no hay glucagón, no importa si no hay insulina“, explica Unger. Su equipo está buscando una manera menos radical de bloquear la producción de glucagón, para poder aplicarlo en pacientes humanos. Si tienen éxito y el sistema funciona como creen, millones de personas dejarían de depender de su dosis diaria de insulina.