Tal como estaba previsto, la sonda LCROSS y una etapa del cohete Centaur se estrellaron en el Polo Sur de nuestro satélite natural. A pesar de que se elevó una columna de polvo de unos 60 kilómetros de alto, la transmisión del impacto en directo fue tan sosa como para aburrir a un muerto. A partir de hoy, la Luna tiene un nuevo cráter de 20 metros de diámetro, el más grande creado por el Hombre en ese cuerpo celeste.
Finalmente, la NASA se dio el gusto de estampar un pedazo de chatarra de 18 metros de largo y más de 2000 kilogramos de peso sobre el Polo Sur de la Luna. Viajando a una velocidad de casi 9.000 kilómetros por hora, una etapa del cohete Centaur que llevó a LCROSS y LRO a la Luna, impactó dentro del cráter Cabeus. Como resultado del choque, se elevaron unos 300 mil kilogramos de material Lunar, un volumen tan grande que pudo ser apreciado con telescopios desde la Tierra.
Sin embargo, y dejando de lado el éxito técnico que supone esta misión, la transmisión no fue todo lo espectacular que muchos esperábamos. Si no fuese por las termografías, casi que el impacto pasa desapercibido. Obviamente, el “accidente” tuvo lugar a decenas de miles de kilómetros de la Tierra. Pero, así y todo, las imágenes son mucho menos interesantes de lo que uno podría suponer a partir de los partes de prensa emitidos por la NASA durante la última semana. Los controladores de Tierra aplauden y festejan el impacto, pero hasta ellos mismos parecen sorprendidos por lo poco espectacular del resultado. Como sea, se trata de un paso más para determinar finalmente si existe o no agua en la Luna, y eso es lo que cuenta. Está claro que para ver choques espectaculares habrá que seguir yendo al cine.