Aunque Intel ha dicho que ya tiene “soluciones” para las próximas fases de miniaturización en la fabricación de procesadores, sabemos muy bien que el silicio tiene un límite, y llegará un punto en el que necesitaremos usar “otra cosa” para nuestros chips. Una alternativa que se ha estado estudiando desde hace tiempo está en los nanotubos de carbono. El diseño de procesadores con nanotubos de carbono no nos es ajeno, pero recientemente IBM ha desarrollado un método que le permite ubicar a estos tubos sobre una oblea con un nivel de precisión muy superior a lo que se había logrado hasta ahora, y con la densidad suficiente, los procesadores basados en nanotubos de carbono pueden convertirse en una opción comercial viable.
Si tenemos en cuenta todo lo que se está diciendo sobre los nanotubos de carbono a través de publicaciones de ciencia y portales especializados, honestamente no podemos esperar a ver procesadores basados en ellos. Un circuito basado en nanotubos ofrecería (en teoría) un aumento en el rendimiento de entre cinco y diez veces comparado con un circuito tradicional hecho en silicio. ¿Cuál es el problema? Es complicado establecer su posición, y necesitan tener un alto nivel de pureza. La gente de IBM ha hecho avances significativos en ambos campos, pero es el de la ubicación de los nanotubos el que demanda nuestra atención hoy. A modo de comparación, la nueva técnica de IBM permite posicionar los nanotubos de una forma cien veces más densa que los intentos previos.
La base del proceso está en el intercambio de iones. Los nanotubos de carbono son mezclados con un surfactante, que los hace solubles en agua. Este “fluído” de nanotubos de carbono es aplicado sobre un sustrato similar al que se usa en procesadores actuales, basado en óxido de hafnio químicamente modificado, y óxido de silicio. La diferencia es que el óxido de hafnio tiene pequeñas “trincheras” expuestas, provocando que la solución de nanotubos de carbono se adhiera a ellas, “controlando” en cierto modo el lugar en donde se ubican los nanotubos. El procedimiento le ha permitido a IBM fabricar un chip con diez mil transistores basados en nanotubos de carbono, y la densidad de estas “trincheras” es de mil millones por cada centímetro cuadrado.
Por supuesto, el método está lejos de ser perfecto, porque es necesario un nivel de precisión todavía mayor, pero la combinación de procesos químicos conocidos y la compatibilidad con los métodos de fabricación actuales le dan un potencial muy grande. Por otro lado, no debemos olvidar que los nanotubos de carbono no son la única opción disponible. Es imposible ignorar a algo como el grafeno, y está la tecnología de silicio fotónico sobre la que IBM también está trabajando. La Ley de Moore logrará extenderse por más de una década, pero si se comienza desde ahora, puede que cuando la situación del silicio ya sea crítica, tengamos algo mejor.