En 1983 Hewlett Packard puso a la venta uno de los ordenadores “IBM Compatibles” más interesantes de la historia: el HP150. Entre sus características se destacaban la inclusión de una (o dos) disqueteras de 3.5 pulgadas, una década antes de que otros fabricantes las “descubrieran”, y una pantalla de nueve pulgadas en fósforo verde con un sistema de touch screen. Corría un DOS 2.11 ligeramente modificado para aprovechar su hardware avanzado y costaba (dependiendo de la configuración) a partir de 2750 dólares de la época.
En 1981 IBM presentó el “IBM PC” (por “Personal Computer” u ordenador personal), que acabaría convirtiéndose en el abuelo de la mayoría de los ordenadores compatibles actuales, todo gracias a su arquitectura abierta. Hasta ese momento cada fabricante guardaba celosamente las características de su hardware y lo protegía legalmente, lo que imposibilitaba que otras empresas pudiesen diseñar periféricos o sistemas compatibles. IBM liberó la arquitectura de su PC, dando lugar a todo un ejército de “clones” que hicieron de ella un estándar de facto.
La mayoría de los fabricantes de clones se limitaba a fabricar ordenadores idénticos al PC, pero más baratos. Otros, sin embargo, intentaban mejorar las prestaciones de la máquina de IBM, sin apartarse demasiado del estándar. Así los fabricantes se aseguraban que la base de software que corría sobre el sistema operativo, el Microsoft DOS (o IBM DOS), pudiese funcionar en sus ordenadores. Hewlett Packard, un fabricante muy famoso por sus modelos de calculadoras y ordenadores “grandes”, se encontraba en el segundo grupo.
El HP150 fue uno de los más interesantes integrantes de la serie “100” de ordenadores personales de Hewlett Packard. Su lanzamiento tuvo lugar en octubre de 1983, fue la primera máquina de HP capaz de correr MS-DOS y poseía un microprocesador Intel 8088 corriendo a 8MHz. A pesar de la juventud de la plataforma, había muchos competidores lanzando productos similares. Por eso, en HP tuvieron la idea de dotar el HP150 con una de las primeras versiones de “pantalla táctil” de la historia.
Construida mediante una ingeniosa grilla de rayos de luz infrarroja, con emisores en dos de los lados de la pantalla y receptores en los lados opuestos, esta pantalla permitía a los afortunados poseedores de la HP150 sustituir con un “toque” muchos comandos que, de otro modo, exigían el ingreso de crípticas sentencias DOS mediante el teclado. Cuando el dedo del usuario (o cualquier otro elemento opaco) interrumpía uno de los rayos de luz, el hardware del HP150 registraba el evento y lo comunicaba al sistema operativo, que actuaba en consecuencia.
Esto generaba algunas incompatibilidades con el software, pero básicamente significaba que aquellos programas que no estaban preparados para el “toque mágico HP” tuviesen que usarse como en cualquier otro ordenador. Un inconveniente típico de estas pantallas era el polvo. Si se usaban en ambientes industriales o con mucho polvillo en el aire, los agujeros que alojaban los LED IR acababan tapándose, y la pantalla táctil dejaba de funcionar hasta que se los limpiaba. No era grave, pero sí bastante molesto.
Físicamente, el HP150 era muy pequeño. De hecho, es uno de los equipos más compactos de la época, similar a los primeros modelos de Apple. Cuando uno lo ve, su tamaño es una de las primeras cosas que llaman la atención. HP hizo un muy buen trabajo distribuyendo las placas de circuito impreso dentro del 150, y logró meter todo el ordenador -incluidas un par de bahías de expansión para módem o memoria RAM extra- dentro del monitor.
Tan buen trabajo hizo, que hasta quedó espacio para una impresora térmica, que podía alojarse debajo de una tapa que existe en la parte superior del monitor. Ahora, si la impresión térmica era muy poca cosa para tu empresa, podías gastarte un puñado de billetes y comprar uno de los primeros modelos de impresoras de inyección de tinta de la historia: la HP ThinkJet. Este pequeño cacharrito utilizaba solamente un cartucho de tinta negra y producía textos con una calidad infinitamente superior a las impresoras matriciales de la época, en absoluto silencio.
La caja que sirve de apoyo al HP150 solamente contiene la interfaz y los medios de almacenamiento. HP, a lo largo del ciclo de vida útil de este ordenador, lanzó una buena cantidad de modelos de esta caja de expansión. Se podía elegir casi cualquier combinación entre disqueteras y discos duros, aunque nunca más de dos dispositivos a la vez. Los discos tenían capacidades de entre 5 y 25 MB (sí, ¡Megabytes!) y las disqueteras de 3.5 pulgadas podían ser de una (270KB) o dos (540KB) caras.
La memoria RAM básica del equipo era de 256KB. Puede no parecer mucho, pero en esa época estaba más que bien. De todos modos, retirando una de las tapas traseras del monitor se podía agregar un módulo de expansión que llevaba al HP150 hasta unos gloriosos 640KB. En julio de 1984, el HP150 pasó a llamarse simplemente “Touchscreen”. HP también puso a la venta un “kit” que incluía el CPU y una unidad de expansión con una disquetera y un disco duro al que bautizó “Touchscreen MAX”.
Utilizar este ordenador era un verdadero placer. La hoja de cálculos (Multiplan, 495 dólares) ponía en pantalla una leyenda que indicaba “Para editar una celda, tóquela.” Para cualquier usuario de la época, esto era simplemente mágico. Los juegos disponibles como el Ajedrez, un Ta-Te-Ti 3D y el Zork 1, entre otros, aprovechaban muy bien la pantalla táctil del HP150. HP también vendía emuladores de sus calculadoras financieras, que utilizaban todas las características del HP150.
Obviamente, HP había logrado convenios con casi todos los fabricantes de software para IBM PC de la época para que reescribiesen sus aplicaciones más populares para su HP150. Microsoft vendía sus compiladores (e interpretes) de BASIC (GW BASIC, 495 dólares), WordStar su procesador de texto (605 dólares), Lattice su compilador de C (495 dólares), Visicalc su planilla de cálculo (250 dólares), etc.
En 1984 Hewlett Packard reemplazó este modelo por el HP150II, un ordenador de similares prestaciones pero con pantalla de 12 pulgadas y los sensores infrarrojos incrustados en plástico transparente para eliminar el problema del polvo. También poseía dos puertos de expansión en lugar de uno, y un zócalo para el coprocesador matemático Intel 8087, aunque ya no era posible meter una impresora dentro del gabinete del monitor.
Lamentablemente, y como ha pasado muchas veces a lo largo de la historia de la informática, el HP150 nunca fue un ordenador popular. Se vendieron pocos, y casi todos en los EE.UU. Poco después de lanzar el HP150II, Hewlett Packard retiró la familia “100” de su catálogo y lo reemplazo por la serie “Vectra”. A la industria le llevaría más de una década redescubrir los discos de 3.5 y más de 25 años en volver a comercializar ordenadores con pantallas táctiles. Mientras tanto, los venerables HP150 se convirtieron en ordenadores de culto.