La aparición de los primeros ordenadores personales hizo posible que prácticamente todo el que soñase con tener uno en casa pudiese lograrlo. Por primera vez en la historia no hacían falta cientos de miles de dólares para tener un ordenador. Sin embargo, no resultaba precisamente sencillo hacer algo con maquinas tan limitadas. El kit más común de la época, el Altair 8800, no tenía ni pantalla ni teclado. Hacía falta mucha ayuda para poder comprender cómo funcionaban estos equipos, y así fue como el Homebrew Computer Club (HCC) empezó a celebrar sus reuniones en marzo de 1975.
Homebrew Computer Club
A mediados de la década de 1970, los cada vez más numerosos “ordenadores personales” eran unas cajas bastante feas que muy poca gente adquiría. Los ordenadores que utilizaban las reparticiones del gobierno y las grandes empresas eran mucho más grandes y útiles, pero su enorme costo las convertía en objetos completamente inaccesibles para las personas comunes. Si querías tener un ordenador en tu hogar, la mejor opción disponible era un kit -una serie de placas de circuito impreso y un puñado de componentes electrónicos- con el que montar tu propio ordenador. El modelo más popular por aquellos años era el Altair 8800 de MITS.
Este sistema había sido diseñado allá por 1975, y utilizaba un CPU Intel 8080. El Altair se hizo popular por su bajo precio y por ser promocionado a través de la revista Popular Electronics, una de las más vendidas entre los aficionados. Cuando lo comprabas, recibías una caja con las piezas y debías pasar varias horas (días, en realidad) soldando los componentes antes de poder encender el ordenador. Este sistema de venta era un verdadero “filtro”, y solo las personas que de verdad querían un ordenador (y tuviesen algún conocimiento básico de electrónica) se embarcaban en la aventura de comprar uno. Pero los problemas no terminaban con el montaje del ordenador.
Una vez que habías puesto cada pieza en su lugar, comenzaban los problemas. En 1975 no existía Internet, FIDONet, ni nada parecido. No había muchos sitios donde pudieses conseguir programas que le “sacaran el jugo” al cacharro recién comprado, y mucho menos “versiones pirata” de esos programas. Para complicar un poco más las cosas, el Altair 8800 no tenía pantalla ni teclado, solo disponías de una serie de llaves que podías usar para meter los programas en su exigua memoria, y unos cuantos LEDs que hacían las veces de salidas. Eso era todo. Si querías que hiciese algo, necesitabas escribir tu propio software.
Esta situación hizo que los aficionados rápidamente se comenzasen contactar con otros que se encontraban en su misma situación, para intercambiar ideas y programas. Así nacieron varios clubes, entre ellos el Homebrew Computer Club (Club de los Ordenadores Caseros), posiblemente el más famoso de todos. La primer reunión entre sus socios tuvo lugar en Menlo Park (condado de San Mateo, California) en marzo de 1975, en la improvisada sede que funcionaba en el garaje de uno de sus miembros. Como habrás notado, los garajes de los aficionados han jugado un papel fundamental en la historia de la informática.
A pesar de no ser profesionales especializados en ordenadores, los miembros del Club a menudo tenían una buena formación académica en áreas afines, como la ingeniería electrónica o la programación de ordenadores. Casi todos habían utilizado -en sus universidades- terminales de los grandes y caros mainframes, pero ahora podían meter mano, en casa, a sus propios ordenadores. Iban a las reuniones a hablar sobre el Altair 8800 y otros temas técnicos e intercambiaban esquemas electrónicos de ampliaciones o modificaciones que habían inventado para sus primitivos equipos. También se conversaba mucho sobre el funcionamiento de los programas, y se escribían líneas de código que luego compartían con los otros miembros. El Homebrew Computer Club sirvió de modelo a otros similares, a menudo en otros países del mundo. Por ejemplo, en Holanda surgió un club de ordenadores con miembros que se reunían cerca de la ciudad de Utrecht, llamado Hobby Computer Club (HCC).
Muchos de los integrantes del Homebrew Computer se convirtieron poco más tarde en los fundadores de empresas de microordenadores sumamente importantes. Algunos de ellos son Bob Marsh (creador del ordenador Sol-20), Adam Osborne (compañía de ordenadores Osborne), o los famosos fundadores de Apple, Steve Jobs y Steve Wozniak. Muchas de las anécdotas que ya forman parte de la historia de los microordenadores tuvieron como protagonistas al Club y a estos personajes. La empresa de la manzanita, creadora de verdaderas joyas como el Apple II y el iPhone estuvo, en sus comienzos, muy relacionada con el Homebrew Computer Club.
De hecho, Steve Wozniak, uno de los fundadores de la empresa, siempre fue un verdadero nerd fanático de la electrónica y los ordenadores. Aprendió las bases de la matemática y la electrónica de su padre, y cuando tenía solo once años construyó su propia estación de radio amateur. A los trece fue elegido presidente del club de electrónica de su instituto, y ganó el primer premio en una feria científica al inventar una calculadora electrónica basada en transistores. Ese mismo año comenzó a diseñar sus primeros ordenadores -incluyendo uno que podía jugar al “tres en raya”- lo que lo convirtió en un candidato ideal para formar parte del HCC.
Dado que en esa época algunos componentes electrónicos resultaban desmesuradamente caros para la economía de los Wozniak, Steve –Woz, como se lo conocía entre sus amigos- se conformaba con diseñar sus ordenadores sobre el papel, y comentar sus proyectos en el Homebrew Computer Club. Después de abandonar su carrera de ingeniería en la Universidad de Colorado, Woz conoció un joven emprendedor llamado Steve Jobs, que rápidamente vio el potencial de las ideas de su amigo. En sus visitas al Club intercambiaban trucos para el Altair 8800, pero ambos Steve’s eran lo suficientemente pobres como para no poder comprar su propio kit, así que finalmente se decidieron a construir su propio ordenador.
Luego de presentar su proyecto a Hewlett Packard -la empresa en la que trabajaba Woz y que obligaba por contrato a presentarles primero que a nadie sus ideas- y ser rechazados por sus directivos con la lapidaria frase “¿Para qué quiere la gente un ordenador?”, Steve Wozniak renunció y en 1975 creó el primer ordenador personal que utilizaba un teclado y mostraba los caracteres en la pantalla de un televisor corriente. Wozniak hizo varias demostraciones de su ordenador ante los asombrados integrantes del club, durante las conversaciones que tenían lugar tras las reuniones formales.
Finalmente Jobs, mucho más cerca de las ideas de Bill Gates que de las de Wozniak, decidió que en lugar de compartir los bocetos de sus inventos con un club de aficionados a la electrónica, ensamblarían los componentes ellos mismos y venderían el ordenador completo. Mike Markkula, ex ejecutivo de Intel, financió este proyecto y Apple Computer nació en 1976. Hay que mencionar que Bill Gates también tuvo relación con este club.
La historia dice que el bueno de Bill -junto a Paul Allen y Monte Davidoff- escribió una versión del lenguaje de programación BASIC para el Altair 8800, al que llamaron “Altair BASIC” y que en poco tiempo se convirtió en un programa muy popular. A pesar de que en ese momento, la gran mayoría de los entusiastas de los ordenadores no cobraba por su trabajo y los compartían con los demás usuarios, Gates intentaba ganar dinero con su lenguaje y cobraba por cada copia que entregaba.
Por supuesto, los integrantes del Homebrew Computer Club eran jóvenes que conocían al detalle las tripas de sus ordenadores, y sabían muy bien cómo crear una copia de cualquier programa que corriese en el Altair. Y el Basic de Bill no era la excepción. A Bill Gates no le tomó demasiado tiempo darse cuenta que eran miles los usuarios que comentaban sobre las cosas que podían hacer con Basic, pero él solo vendía unas pocas decenas de licencias por mes. Era obvio que la “piratería informática”, un término recién acuñado, estaba afectando de forma catastrófica sus intereses. Ni corto ni perezoso, escribió una carta dirigida al Homebrew Computer Club cuyos párrafos mas sobresalientes transcribimos a continuación:
Hace casi un año, Paul Allen y yo, teniendo la expectativa de que el mercado de ordenadores hogareños iba a crecer, contratamos a Monte Davidoff y desarrollamos Altair BASIC. El trabajo en principio sólo tomó dos meses, pero nos pasamos los tres casi todo el año pasado documentando, mejorando y añadiendo características al BASIC. […] El valor del tiempo que pasamos delante del ordenador supera los 40,000 dólares. […]
El “feedback” que hemos obtenido de los cientos de personas que dicen que están usando BASIC ha sido positivo. Sin embargo, dos cosas muy aparentes nos han llamado la atención, 1) La mayoría de estos “usuarios” nunca han comprado BASIC (menos del 10% de los usuarios de Altair han comprado BASIC), y 2) La cantidad de comisiones que hemos recibido de la venta a los usuarios cuantifican el tiempo invertido en Altair BASIC en menos de 2 dólares la hora.[…]Por qué? Cómo ya han de saber, la mayoría de vosotros roba el software. El hardware se tiene que pagar, pero el software es algo que se comparte. […] Hay poco incentivo para hacer que el software llegue hasta los usuarios. Directamente, lo que hacéis es robar.
Está claro que esta carta no ayudó a convertirlo en el personaje más popular del Club, y aún hoy muchos usuarios prefieren o bien utilizar software Open Source o bien seguir robándole a Bill. Ese “karma” lo persigue desde la década de 1970. La carta de Gates finalizaba así:
Agradecería cartas de aquellos que quieran pagar su deuda, o hacer alguna sugerencia o comentario. Escríbanme a 1180 Alvarado SE, #114, Albuquerque, New México, 87108. Nada me agradaría más que ser capaz de contratar a 10 programadores e inundar el mercado de buen software para los usuarios.
Bill Gates General Partner, Micro-Soft
De más está decir que no recibió precisamente una avalancha de correspondencia -al menos, no del tipo amistoso– de parte de los integrantes del Homebrew Computer Club. Como sea, el Club de los Ordenadores Caseros sirvió para que muchos de los personajes que convirtieron la informática en una disciplina al alcance de todos, haciendo que un ordenador dejase de ser algo intimidarte y lejano, se conociesen entre si.
Por supuesto, la gran mayoría de sus miembros nunca se hicieron famosos, pero estamos seguros que hoy deben recordar con orgullo y nostalgia la época en la que discutían codo a codo con personajes como Steve Jobs, Adam o Steve Wozniak. Lo que no es poca cosa. Como todo club que se precie de tal, el HCC editaba también un boletín que ahora está en línea gracias a Bruce Damer en DigiBarn Newsletters: Homebrew Computer Club Newsletters, 1975-1977. No es como tener los originales, y de hecho en la recopilación todavía falta algún número, pero si te interesa la historia de los ordenadores, no puedes dejar de echarles un vistazo.