La industria de los videojuegos siempre ha demostrado interés en explorar el territorio de los hologramas, pero la gran mayoría de los proyectos terminaron mordiendo el polvo por diferentes razones. En el caso específico de las máquinas recreativas, la holografía nos obliga a viajar al año 1991, cuando la gente de Sega lanzó a Time Traveler. Sin embargo, menos de un año después debió adaptar su tecnología para hacer lugar a Holosseum, el primer juego holográfico de peleas en el mundo.
Nuestra aventura comienza en 1982, en el mes de septiembre para ser más precisos. Sega presentó a Astron Belt, uno de los primeros títulos en utilizar el formato Laserdisc, pero varios problemas en su desarrollo retrasaron el lanzamiento oficial hasta noviembre de 1983 en los Estados Unidos, y durante ese tiempo apareció nada menos que el Dragon’s Lair de Cinematronics, que básicamente acorraló al mercado.
Siete años después, Sega no iba a cometer el mismo error. Reclutó a Rick Dyer (creador de Dragon’s Lair), y redobló la apuesta adoptando tecnología holográfica basada en un espejo cóncavo diseñado por la compañía japonesa Dentsu, y un cañón CRT a modo de proyector. El nombre del proyecto era Time Traveler.
Historia larga hecha corta, una princesa intergaláctica busca la ayuda de un cowboy para detener a un lord maligno que quiere manipular el flujo del tiempo y sembrar el caos. Aquellos que hayan tenido la posibilidad de jugar a Dragon’s Lair o Space Ace ya conocen el mecanismo: A través de una serie de movimientos precisos, el héroe deberá superar a sus enemigos (ya sea evadiendo ataques o con eliminación directa), vencer al malo de turno y rescatar a la princesa.
Al principio, Time Traveler fue un éxito espectacular, recaudando hasta un millón de dólares por semana, pero la primavera comercial no duró mucho. A pesar de los efectos visuales, los actores de carne y hueso y el colorido entorno holográfico, Time Traveler no podía escapar a sus debilidades naturales, también sufridas por sus predecesores espirituales. La dificultad del juego era brutal, y una vez asimilados sus movimientos predefinidos, no quedaban razones para regresar.
Al mismo tiempo, había un título asesino entre las recreativas que se comía cada moneda en circulación: Street Fighter II. Sega entendió el mensaje. Las aventuras interactivas estaban muertas y enterradas. Tenía que subir al tren de los juegos de pelea para obtener un trozo del pastel, y con su plataforma holográfica tal vez podría hacer la diferencia. ¿El resultado? Holosseum.
No es necesario hacer ningún esfuerzo mayor para entender la estrategia de Sega aquí. Holosseum fue distribuido como kit de conversión con el objetivo de reutilizar las cabinas de Time Traveler, cuyo desarrollo había demandado una verdadera fortuna. Holosseum ofrecía una lista de apenas cuatro personajes: Dave (karateka), el profesor Chen (maestro Wushu), Somchay Dompayagen (guerrero Muay Thai) y Jack Garrison (experto en artes marciales), todos ellos muy inspirados en algunos personajes de Street Fighter II.
La variedad de golpes especiales era limitada, y lo mismo se podía decir del espacio disponible en la arena holográfica… que ni siquiera tenía un fondo. El jugador enfrenta a los otros tres guerreros, luego pasa por un mirror match, y después debe ganar diez veces seguidas frente a un peleador escogido al azar. En otras palabras, cuatro personajes para 14 combates.
Admito que los cuatro estilos de artes marciales están (más o menos) bien representados, y la ausencia de poderes especiales puede ser interpretada como una pizca de realismo, pero no hubo holografía que fuera capaz de salvar a Holosseum. El público quería otra cosa, y cualquier intento por hacer pie en el género de las artes marciales se volvió humo una vez que Mortal Kombat nos arrancó la cabeza en octubre de 1992.
Time Traveler y Holosseum se transformaron en verdaderos pioneros de la holografía para recreativas, pero con un avance tecnológico radical no es suficiente, algo que la realidad virtual ha aprendido por las malas.