Desde la princesa Leia flotando sobre la cabeza de R2-D2 hasta las espectaculares "holodecks" de Star Trek, la idea de un holograma completo en tres dimensiones y en tiempo real ha permanecido flotando en nuestras cabezas repletas de ciencia ficción. Pero lentamente, la palabra ficción se está volviendo cada vez más borrosa, gracias a un desarrollo del Colegio de Ciencias Ópticas de la Universidad de Arizona, a través del cual es posible grabar, proyectar y actualizar una imagen tridimensional.
Lo que conocemos de forma cotidiana como hologramas está muy lejos de aquello que, como ávidos consumidores de ciencia ficción que somos, vemos frecuentemente. Reglas de escuela primera, pegatinas, envoltorios de goma de mascar y sellos de autenticidad están entre los ejemplos más clásicos que podemos encontrar entre los "hologramas", pero todavía falta mucho como para que tengamos una representación en tres dimensiones de alguien que, sin otra forma mejor para explicarlo, "sale" de la ranura en una mesa o de una luz en la pared. Más que de hologramas, debemos hablar de proyectores holográficos, y la ciencia ha estado investigando intensamente la forma de crear estos dispositivos, y hacerlo de manera accesible, ya que el potencial económico de esta tecnología es gigantesco.
Un grupo de investigadores del Colegio de Ciencias Ópticas de la Universidad de Arizona ha creado un proyector que, trabajando sobre una pantalla de diez pulgadas compuesta por material fotorrefractivo, puede "actualizar" un holograma con un intervalo de dos segundos. Hasta ahora, todos los hologramas eran representaciones estáticas, pero el hecho de que este holograma pueda "cambiar" es un salto gigantesco para este campo. Otro detalle importante es que el sistema recurre a una amplia red cámaras para obtener los datos, en vez de utilizar hologramas generados por proceso computacional. La "escritura" del holograma se realiza gracias a un láser de pulso, y es a partir de cada uno de esos pulsos que se generan los "hogels" o "elementos holográficos" que dan forma a la imagen tridimensional.
Si tenemos en cuenta que en 2008, el sistema trabajaba con una pantalla de apenas cuatro pulgadas, y necesitaba cinco minutos para escribir un holograma, el intervalo actual de dos segundos sería casi como comparar una cometa y un avión. Esto nos lleva a preguntarnos qué tan cerca está entonces esta tecnología de convertirse en aquello que vemos en las series de ciencia ficción, si con solo dos años se pudo avanzar tanto. ¿Podremos acaso tener hologramas en tiempo real dentro de dos o tres años? Algo como esto elevaría la calidad de comunicación y telepresencia a niveles que por ahora, y sólo por ahora, podemos imaginar.