Aunque el libro «Rebelión en la Granja» cubre la transformación de cerdos en humanos (y con la situación política actual creo que merece un repaso junto a «1984»), lo que tenemos aquí es algo mucho más específico, si se quiere. Un equipo de científicos en la Universidad de California ha creado una serie de embriones de cerdos que incluyen células humanas. El plan es, entre otras cosas, explorar el potencial del cultivo de órganos. Los expertos aseguran que aún estamos muy lejos de eso, y que el elemento ético deberá ser discutido inevitablemente, pero es un primer paso muy sólido.
Si bien somos rápidos y contundentes a la hora de criticar determinados aspectos sociopolíticos, hay una cosa en la que España se mantiene al tope de la lista, y es en el número de trasplantes de órganos. En total, 2.018 donantes habilitaron más de 4.800 trasplantes, lo que se traduce en 43.4 donantes por cada millón de personas. Esto nos habla de un compromiso y una generosidad enormes, sin embargo, el problema de la escasez de órganos es mundial. Los sustitutos artificiales sólo pueden llegar hasta cierto punto, y no son viables en todos los casos. En el Reino Unido se reportan tres muertes al día debido a la falta de órganos. Estados Unidos tiene a 76 mil personas en su lista de espera. ¿Qué caminos explora la medicina moderna para combatir esto? Por más que a algunas personas no les agrade, uno de ellos es el cultivo de órganos.
Y cuando hablamos de cultivo, nos referimos a su desarrollo en embriones animales, creando de forma efectiva un híbrido entre dos especies. Un grupo de científicos en la Universidad de California (Davis) anunció la creación por primera vez de un híbrido humano-cerdo. El trabajo es extremadamente complejo, e intervinieron más de cuarenta investigadores. En términos simples, lo que se hace es «noquear» los genes vinculados al desarrollo del páncreas en el embrión de un cerdo con la técnica CRISPR, inyectando en su lugar células madre para formar el tejido necesario, y al no contar con un sistema inmune, el embrión no rechaza las células. La introducción de las células es crítica en lo que se refiere a tiempo debido a las diferencias en velocidad de crecimiento, y los experimentos indican una relación bastante baja (una célula humana en 10 mil).
El límite de desarrollo en los embriones fue de 28 días antes de su terminación, un tiempo que los expertos consideran suficiente para entender mejor cómo se combinan las células humanas y de cerdos sin disparar una crisis ética. Además de las lógicas dudas sobre el trato animal, lo que tal vez preocupa un poco más es la posibilidad de que células humanas hagan una contribución a otros órganos del cerdo, incluyendo su cerebro. ¿Acaso el cerdo sería más o menos «humano»? ¿Qué tan diferente sería la crianza de cerdos para el cultivo de órganos, comparada con la crianza para su consumo general? Son dudas que deberán hallar una solución, tarde o temprano.
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