La Real Academia Española define al antihéroe como aquel personaje que “(…) aunque desempeña las funciones narrativas propias del héroe tradicional, difiere en su apariencia y valores”. El héroe es un hombre que lleva a cabo hazañas, que es famoso por sus virtudes, por su poder y su integridad y rectitud en el modo de proceder. ¿Pero qué pasa cuando nuestro héroe está quebrado? ¿Qué pasa cuando el protagonista sufre y se oscurece, cuando sus motivaciones están teñidas por el dolor, por la pérdida, por el desengaño? ¿Son los héroes y los antihéroes dos conceptos enfrentados entre sí o las dos caras de una misma moneda? Neoteo reflexiona sobre las diferentes clases de protagonistas que encontramos en el mundo de los videojuegos, esos que nos plantean preguntas sobre nuestra propia condición humana. ¿Y tú? ¿De qué lado estás?
Cuando éramos chicos todos queríamos ser héroes. Queríamos tener algún poder sobrenatural que nos diferencie del resto y nos permitiese salvar a toda la humanidad de los villanos más malvados quienes, con una ambición desmedida, deseaban apoderarse del mundo eliminando a todo aquel que se cruzase por sus caminos. Luego, con el paso del tiempo, muchos de estos villanos adquirieron formas reales y tangibles que nos fueron ganando batallas cotidianas e íntimas. Algunos de estos malhechores resultaron ser quienes decidieron nuestros destinos laborales, amorosos, e incluso nuestra salud. A algunos los llamamos “jefes”, a otros “novias” o “enfermedades”.
Fue entonces cuando comenzamos a entender los diferentes matices que van conformando la naturaleza de los sujetos, la dualidad de cada uno de los individuos. Comprendimos que no sólo existen hombres de acero que vienen de planetas distantes a salvarnos, multimillonarios que arriesgan sus vidas por sus conciudadanos, trabajadores mutantes que en su tiempo libre salvan el mundo. También están los otros, aquellos que sufren, que cargan penas y que, derrumbados, encuentran motivaciones personales para arriesgarlo todo. A éstos tipos, que no entran dentro de los cánones del héroe común, los llamamos antihéroes.
¿Qué son los anti-héroes?
Cuando decimos “antihéroe” hacemos referencia a un personaje cuyas circunstancias lo llevaron a tomar determinadas decisiones, a pensar de una manera particular, a adoptar ciertas actitudes frente a la vida que lo alejaron del concepto altruista que propone la noción de “héroe”. ¿Acaso alguien tiene dudas acerca del heroísmo de Mario, de Sonic o de Link? Claro que no. Estos personajes arriesgan sus vidas, en cada nueva aventura, por la salvación de una princesa, el mundo entero o un reino mágico sin dudar ni un segundo que están haciendo lo correcto.
¿Pero cómo podemos condenar a Max Payne o a Niko Bellic en su búsqueda de la redención? ¿No es el dolor de la pérdida o del desengaño una motivación los suficientemente profunda y humana como para comprender sus decisiones y actitudes? Aquí está la clave del mundo de los antihéroes: ellos encuentran sus justificaciones de un modo personal y absolutamente ajeno a los valores que rigen una sociedad.
¿Pero entonces no serían villanos?
No, porque no debemos olvidar que los antihéroes, al igual que los héroes, se enfrentan a las injusticias que rigen en nuestro mundo, pero con principios que tienen un fundamento personal e íntimo. Viven con su propia piel aquellos males que aquejan a la sociedad, que minan la realidad en la que vivimos, pero no de un modo metafórico sino carnal, doloroso, brutalmente honesto y polémicamente sincero. No son ejemplos a seguir, pero responden en base a cuestiones que se desprenden de la propia naturaleza humana, que están allí aunque las neguemos o tratemos de ignorarlas. Por tal razón, siempre los sentimos cercanos incluso, muchas veces, más que aquellos héroes que nos intentan enseñar el camino que debemos adoptar en nuestras vidas.
Los antihéroes nos atraen porque sufren como nosotros. Porque día a día nosotros también debemos ganar cientos de batallas que nos exigen valentía pero, sobretodo, debemos superar nuestros enfrentamientos internos, esos que nos ponen a prueba entre el héroe que soñamos y el antihéroe que sentimos. Esos que, del mismo modo que los antihéroes, chocan con lo que los valores que la sociedad nos intenta imponer. Debemos vencer a nuestros villanos internos.
Ser antihéroe es concebir nuestros deseos de hacer el bien a partir de la aceptación del mal ajeno, pero del propio también. Es tener la valentía de aceptar nuestras falencias, de desengañarnos de la natural bondad de todos nuestros actos. En los videojuegos podemos ver distintas clases de antihéroes. Como citábamos antes, podemos hablar de Max Payne, un hombre con una sed de venganza inagotable provocada por la pérdida de su familia que decide hacer justicia por mano propia. Aquí encontramos un sujeto motivado por el dolor, que no perdonará a nadie, que buscará cada gota de sangre de aquellos que le arrebataron lo más valioso de su vida.
Podemos encontrar a Niko Bellic, el inmigrante que llegó desde lejos a la tierra prometida, con la única motivación de alcanzar “el sueño americano”. Un sujeto que hará lo correcto e, incluso, lo que se considera incorrecto para cambiar su destino. O Kratos, cuya ambición por el poder lo lleva a caer en el pecado de la desmesura, de creerse el elegido que puede alcanzar el Olimpo para transformarse en el Dios de la guerra. Así pues, para que un individuo se transforme en antihéroe sólo basta con que sus propios valores sean opuestos a los de la sociedad en la que vive.
¿Para qué sirven los héroes?
Nos queda una pregunta por responder: ¿Para qué sirven los héroes? Los héroes cumplen la función de ser modelos de conducta de una sociedad particular. Nos aleccionan con la reconfortante justicia demostrándonos que vale la pena luchar para conseguir lo que queremos.
Por eso, muchas veces se presentan como seres superiores al resto de los mortales, porque es mucho más común (mucho más humano) rendirse a los pies de las dificultades que arriesgarlo todo. Los héroes llevan a cabo hazañas dignas de elogios que los posicionan como ejemplos supremos de lo que se debe hacer para ser considerados personas virtuosas. ¿Es, por ejemplo, Lara Croft una heroína? Es una saqueadora de tumbas busca recompensas, pero también nos ha salvado el pellejo más de una vez, arriesgando su vida, mientras nosotros dormíamos la siesta. ¿Entonces? ¿Estamos hablando de un héroe o de un antihéroe? Estamos hablando de un ser humano (o un ser digital) que refleja las distintas capas contradictorias que conforman al hombre.
¿Existen los héroes? ¿No estaremos hablando de lo mismo? La categorización héroe o antihéroe depende de muchísimos factores ajenos al accionar del sujeto en cuestión. En ciertos momentos históricos, bajo ciertas circunstancias, se logran acuerdos colectivos sobre los supuestos que conforman a nuestros héroes. Por eso, a modo de conclusión, podríamos pensar que el ser humano es héroe y antihéroe a la vez. Está hecho de contrastes tan antagónicos como similares. En su interior batallan a diario lo correcto y lo incorrecto. En resumen, Mario, Sonic, Link, Max Payne, Niko Bellic, Kratos y Lara Croft son lo mismo. Son protagonistas de historias que se desarrollan en un contexto determinado, en un momento histórico único y en sociedades con valores particulares que determinan de qué lado están. Sin embargo, y como dice Nietzsche, algo los une: son “humanos, demasiado humanos”.