Seguramente te has preguntado qué tan durable es la información digital que albergas en tus discos duros, DVDs, memorias flash o cualquier otro soporte.Según Jerome P. McDonough, profesor de la Graduate School of Library and Information Science (Illinois), la respuesta es bastante triste. Si está en lo cierto, y todo parece indicar que es así, en solo una década podríamos perder gran parte de nuestros archivos.
Mientras que para todo el mundo resulta obvio que la calidad una fotografía impresa irá menguando con los años (sus colores, por ejemplo, irán desmejorándose), la mayoría de las personas no se detienen a pensar en que sus queridos datos digitales, fotografías incluidas, podrían resultar ilegibles por los ordenadores dentro de una o dos décadas. Esta, asegura Jerome P. McDonough, es solo una de las consecuencias no deseada que puede tener la digitalización de nuestro mundo, y que en última instancia nos puede sumergir en una “edad oscura digital“. Jerome es un profesor de la Graduate School of Library and Information Science, de la Universidad de Illinois. Según McDonough, la amenaza de una inminente edad oscura digital tiene su origen en la enorme masa de datos generados por nuestra creciente “economía de la información”, que ya ha generado unos 369 exabytes (aproximadamente 1.000.000.000.000.000.000 bytes) de datos. En esta cifra se incluyen los documentos electrónicos, declaraciones de impuestos, e-mail, música y fotos, entre tantos otros ficheros que generamos a diario. Cada archivo de datos tiene un formato diferente, y lo que es peor, muchas veces se trata de formatos propietarios protegidos por alguna patente. Cada vez que se produce un cambio de plataforma o de formato de archivos, corremos el riesgo de no poder acceder a los formatos “viejos”.
Damos por hecho que con un simple clic podemos leer un documento de texto generado con Office o ver una fotografía digital. Pero en realidad no es tan sencillo. Basta con que intentes leer un fichero guardado en un disquete de 5.25 pulgadas para que descubras que no existen prácticamente ordenadores funcionando que lean ese soporte. Y lo mismo está ocurriendo con los discos de 3.5. De hecho, los ordenadores dejaron de incluir lectoras de disquetes hace años. No hay que ser un genio para darse cuenta que lo mismo ocurrirá con nuestros discos IDE (¿alguien tiene uno por ahí?), tarjetas SD y cualquier cosa que se te ocurra.
“Si no podemos mantener viva de la información actual para las futuras generaciones“, dice McDonough, “vamos a perder gran parte de nuestra cultura“. Duele pensar en cuanto material grabado en VHS se podría perder. Jerome agrega que “en el transcurso de tan solo 10 años, se puede producir una evolución lo suficientemente importante en la forma en que las personas almacenan su información digital y en los programas que utilizan para acceder a ella, que todos sus archivos queden obsoletos.” Por ejemplo, hoy solo existen en el mundo sólo dos máquinas capaces de leer los datos del Censo de EE.UU. de 1960: uno de ellas en Japón, la otra en el Smithsonian Institution. A esto hay que sumarle la degradación propia del soporte físico que contiene nuestros queridos datos. Sin ir más lejos, la cinta magnética, uno de los medios de almacenamiento más utilizados en todo el mundo para guardar copias de seguridad, puede degradarse en el plazo de una década. Esta es la causa de que algunos de los datos recogidos por la NASA cuando Viking aterrizó en Marte, en 1976, sean ilegibles y se hayan perdido para siempre.
La posibilidad de que caigamos, simplemente por desordenados o poco previsores, en una edad oscura digital es muy grande, y sería una catástrofe. Solamente desde el punto de vista cultural se podría perder gran parte de nuestro patrimonio como humanidad. Por supuesto, las canciones de las Spice Girls no corren peligro: existen tantas copias de ellas que siempre habrá alguien que por su cuenta las haya migrado a un soporte más nuevo (si, hay tíos con muy mal gusto para la música pero que entiende de tecnología). Pero hay registros raros, como cortometrajes o grabaciones piratas, que duermen durante 10 años en un cajón y que cuando alguien las encuentra ya son irrecuperables. También las aplicaciones de software corren peligro de perderse. Esto incluye a los videojuegos. Por ejemplo ¿cuántos de nosotros hemos pasado cientos de horas jugando al “NBA Live“? Es posible que las próximas generaciones no puedan disfrutar de estas joyas de la programación sencillamente por que no hay hardware capaz de ejecutarlo. Por supuesto, las tecnologías de emulación pueden hacer mucho por mantener vivos todos estos viejos bytes, pero no debemos descuidarnos: la Edad Oscura Digital (sí, con mayúsculas) es un peligro real, y puede enterrar para siempre gran parte de nuestros datos.