Menu
in

Guía básica de overclocking

Llevar a un dispositivo más allá de sus especificaciones originales es algo que como usuarios siempre queremos hacer tarde o temprano, aún si se trata de algo ajeno a la informática. Pero en el caso de los ordenadores, tratar de obtener un poco más de lo que promete el fabricante ya no es más una práctica oscura o rechazada, sino que cada vez hay más facilidades para llevarla a cabo. Obtener resultados avanzados con el overclocking demanda cuidado, tiempo, y atención a los detalles, pero su esencia se ha mantenido intacta, y hoy hemos decidido compartirla con nuestros lectores.

Mi primera exposición oficial al overclocking sucedió en algún punto de la década de los ‘90, lidiando con los procesadores Pentium. La idea de refrigeración activa se había establecido por completo, desplazando el recuerdo de aquellos chips 486 que operaban con un simple disipador, o incluso desnudos frente al mundo. Y también estaba el detalle de especificar la velocidad del procesador a través de los jumpers. Esto ya era una práctica muy conocida, y todavía se pueden encontrar ejemplares que alteren el comportamiento de un procesador a través de un simple jumper. La odisea comenzó al tomar aquellos 133 Mhz del Pentium que tenía, y convertirlos en 150 con un mínimo cambio en la configuración. Fue todo lo que se necesitó en ese momento, y por supuesto, no fui el único en darme cuenta. Si bien Intel hizo de forma oficial dos procesadores Pentium a 150 Mhz (sumando cuatro “steppings” en total), fue una verdadera explosión entre tiendas con pocos escrúpulos que comenzaron a vender chips de 133 Mhz configurados a 150.

Los chips 486 también podían ser forzados en algunos casos, pero para muchos usuarios, el overclocking comenzó con los Pentium

Con un disipador más grande, un mejor soplador y un cambio de grasa, los 150 le dieron lugar a los 166 Mhz, y ese fue su límite. El overclocking ganó mucha más atención mediática con la salida de los procesadores Celeron. Personalmente compré uno de los primeros Celeron a 300 Mhz (esos que no tenían caché L2), y fue cuestión de dos minutos dejarlo operando a 466 Mhz. Cuando apareció la serie A (128k de L2), y la gente descubrió que podía tener el rendimiento de un Pentium II a una fracción del costo, se inició cierta tendencia anti-overclocking por parte de los fabricantes, pero el genio ya se había escapado de la botella. El overclocking había llegado para quedarse, e íbamos a exprimir cada ciclo de nuestros procesadores, sin importar qué modificación o configuración hubiera que aplicar.

El Celeron 300A. En pocos minutos podías ganar 150 Mhz de rendimiento y superar a varios modelos de Pentium II.

¿Qué es el overclocking?

Con estos breves recuerdos, queda establecido el significado del overclocking: Alterar el comportamiento de un componente de forma tal que opere a una velocidad o capacidad mayor de la establecida por el fabricante. Hecho de la forma correcta, el overclocking no sólo puede entregar un mayor rendimiento al usuario, sino que puede extender la utilidad general de un ordenador, derrotando así su obsolescencia programada durante meses, o incluso años. ¿Por qué decimos “de la forma correcta”? Porque si bien la teoría del overclocking es sencilla, la práctica depende de muchos factores. Si aumentas las velocidad, también aumenta el consumo energético, el calor generado, y fundamentalmente, la posibilidad de tener un sistema inestable. Y la palabra “inestable” también abarca a varios niveles, comenzando por un simple cuelgue en el mejor de los casos, y un daño irreversible en el hardware o pérdida de información en el peor.

Pero tal y como dice la cubierta de cierta famosa guía galáctica, no tengas miedo. Los riesgos asociados al overclocking aumentan en relación a lo extremo del proceso, pero es posible hacer un “overclocking liviano”. Se dice que una diferencia de rendimiento del diez por ciento es imperceptible para cualquier usuario. Y tal vez así sea usando un navegador o reproduciendo un vídeo, pero cuando las pruebas de rendimiento y los cuadros por segundo entran en la ecuación, la historia es diferente. El overclocking se hace con el único propósito de ir más rápido, aún si el resultado es de unos pocos megahertz a favor. ¿Qué es lo que necesitas?

Recaba información

En primer lugar, información. Datos completos sobre tu procesador y tu placa base serán vitales para comenzar. Para el procesador, nada mejor que CPU-Z en caso de que uses Windows. Velocidad, multiplicador y velocidad de bus serán particularmente importantes, así que toma nota. En cuanto a la placa base, CPU-Z también puede reportar el modelo, y hay otros programas con capacidades similares, pero no hay nada mejor como mirar dentro de la carcasa y leer modelo y versión de PCB directamente. Lo mismo sucede con la memoria RAM. CPU-Z puede reportar varios aspectos de la memoria instalada, y en general es bastante preciso, pero si la memoria es de marca (y recomendamos seriamente que lo sea) podrás obtener mejores datos en el sitio del fabricante. Finalmente, contar con una buena fuente de alimentación es crítico para la estabilidad general del ordenador. Estarás demandando más energía con cada megahertz que logras exprimir, y la fuente debe estar a la altura de las circunstancias.

El componente sometido a overclocking de mayor popularidad es sin dudas el procesador. Su velocidad se determina por una velocidad de bus a la cual se le aplica cierto valor multiplicador. En el caso de mi Pentium 133, el bus es de 66 Mhz, multiplicado por dos. La imagen previa de CPU-Z muestra un procesador con overclocking. Su base original no ha sido cambiada de sus 200 Mhz originales, pero el multiplicador fue elevado a 18.5, llevándolo a unos nada despreciables 3700 Mhz. Básicamente, puedes alterar tanto el bus como el multiplicador. Sin embargo, hay detalles a tener en cuenta: En la mayoría de los procesadores, el multiplicador está bloqueado, por lo que no puedes cambiarlo. La excepción más moderna para esto son los chips Black Edition de AMD y la serie K de los procesadores Sandy Bridge.

Empieza de a poco…

Si el multiplicador de tu procesador puede ser alterado, esta es la forma más sencilla de comenzar a hacer overclocking. Aquí es en donde entra la información de tu placa base. Su manual debería decirte en qué sección del BIOS está la opción para cambiar el multiplicador. No podemos dar direcciones exactas porque hay diferencias importantes entre algunos BIOS. Si el multiplicador está bloqueado, entonces la alternativa es aumentar el bus. Comienza de a poco. Saltos de a dos o tres megahertz en el bus son saludables, y lo mismo ocurre con cada fracción del multiplicador.

El proceso de prueba de estabilidad es tedioso, pero necesario. Hecho el overclocking, guarda los cambios e inicia el sistema. Si no hay errores en ese punto, necesitarás de algo como Prime95 para ver qué tan bien responde el procesador. Tras algunos minutos de prueba, en caso de que no haya advertencias o errores, vuelve al BIOS y repite el proceso. Eventualmente, sea por la vía del multiplicador o del bus, llegarás al “techo” del procesador. Puede que Windows arroje errores al inicio, que Prime95 reporte problemas, que un BSOD te salude repentinamente, o que el ordenador simplementre no encienda. En este último caso, la solución es purgar los datos del CMOS con el jumper que suele estar colocado cerca de la batería en la placa base. Esto elimina toda la información guardada en el CMOS, incluyendo fecha y hora. ¿Ahora comprendes por qué hay que proceder con calma?

Ahora, si puedes modificar ambos parámetros, ¿es recomendable hacerlo? Ciertamente es una posibilidad a tener en cuenta, pero en pro de la estabilidad del sistema, si ambos parámetros están disponibles, trabaja primero con el multiplicador. Cuando hayas encontrado el tope, explora un poco en el bus, con incrementos de apenas 1 Mhz. La paciencia es una virtud aquí. Las pruebas de estabilidad no pueden ignorarse, y deberás realizarlas cada vez que modifiques la velocidad… a menos que no te importe tener un ordenador inestable que se cuelga cada cinco minutos. Si todo va bien, tendrás un overclocking decente por multiplicador, “refinado” con un bus apenas más alto. En nuestro ejemplo preferimos no tocar el bus, porque un multiplicador en 18.5 está bastante bien, pero con más pruebas sería posible robar algunos Mhz más de dicho procesador. Pruebas, pruebas y más pruebas. Si alguna vez te has preguntado por qué le toma tanto tiempo a la prensa especializada hacer reportes sobre overclocking, esa es la respuesta.

Tal vez algunos de nuestros lectores se hayan percatado de que hablamos de un overclocking “decente”. Si tenemos el máximo de bus y multiplicador, ¿no sería el overclocking más alto posible? La respuesta es un rotundo no. Es “decente” si tenemos en cuenta que sólo estamos tocando dos parámetros específicos. Mayor y mejor refrigeración, combinados con ajustes en el voltaje del procesador, pueden llevar a velocidades aún más altas… pero no cubriremos eso hoy. Después de todo, nuestra “guía básica” se alargó hasta aquí. Estoy seguro de que volveremos a hablar sobre este tema. El procesador no es lo único que puede recibir overclocking en un ordenador, y con el equilibrio adecuado, puedes hacer que tu ordenador responda de manera completamente diferente. Y recuerda: Comienza de a poco. ¡Buena suerte!

Escrito por Lisandro Pardo

Leave a Reply