Cada vez que cruzamos espadas con la bacteria Escherichia coli, existe la posibilidad de terminar con diarrea y en cama. Sin embargo, es muy fácil de cultivar, y los expertos en genética han trabajado con ella durante años. El último desarrollo sobre E.coli nos lleva a un estudio publicado por científicos de la Universidad de Harvard, que demostraron nuevamente el potencial de almacenamiento en ADN al codificar el GIF animado de un caballo galopando en bacterias vivas. Todo esto fue posible gracias a CRISPR–Cas, la formidable herramienta de edición genética.
La primera vez que hablamos sobre el almacenamiento de datos en ADN fue a mediados de 2012, cuando un equipo de la Universidad de Harvard logró guardar un libro entero. Un par de años después descubrimos que la banda OK Go hizo lo mismo usando uno de sus vídeos, y en marzo pasado, dos investigadores repitieron el proceso con una película, un sistema operativo, y hasta una tarjeta de regalo. Todos esos experimentos recurren a la técnica de síntesis in vitro y secuenciación, pero en esta oportunidad, otro equipo de investigadores en Harvard almacenó datos dentro de bacterias vivas de E. coli… la misma E. coli que despedimos en abundancia con nuestra materia fecal.
¿Qué fue lo que guardaron exactamente? Copias de varias imágenes, y un GIF animado del famoso trabajo «El Caballo en Movimiento» de Eadweard Muybridge. Además de demostrar las virtudes del ADN como «disco duro», el estudio también sirvió para llevar al límite la capacidad del extraordinario editor genético CRISPR–Cas. Al momento de leer las imágenes secuenciando el genoma bacteriano, comprobaron que la precisión en el proceso de recuperación fue de un 90 por ciento. De más está decirlo, cualquier idea sobre almacenamiento no permite la pérdida de información, pero de acuerdo con Jeff Nivala, guardar un GIF animado en E. coli vivo es apenas una prueba de concepto, y su objetivo final es mucho más complejo.
En esencia, el plan es lograr que las células recolecten datos sobre sí mismas, y los guarden en sus genomas para una posterior recuperación, algo así como una especie de «cinta de teletipo molecular». Uno de los intereses mayores entre los científicos es registrar con certeza el desarrollo de las neuronas, y por qué no, grabar actividad sináptica.