Más de 70 años atrás, una de las programadoras más famosas de la historia se cruzó con lo que hoy podemos describir como el primer ejemplo de un bug real en un ordenador: Grace Hopper había ingresado al Laboratorio de Computación de la Universidad de Harvard para continuar su trabajo en el ordenador electromecánico Mark II, el cual experimentó una extraña falla.
El reporte oficial, con fecha del 9 de septiembre de 1947, pasó a la historia gracias a una pequeña polilla que había quedado atrapada en un relé, y que fue pegada en la hoja con cinta adhesiva como evidencia…
La polilla de Grace Hopper
Existen muchos detalles sobre la vida de Grace Hopper que vale la pena repasar. Por ejemplo, la Armada de los Estados Unidos había rechazado su petición de alistamiento al principio de la Segunda Guerra por cuestiones físicas (con 34 años era «muy vieja», y demasiado delgada), y por su trabajo como profesora de matemática en el Vassar College (en lo posible, las fuerzas armadas debían impedir el envío de científicos al frente).
Obviamente, eso no la detuvo: Solicitó permiso para ausentarse en Vassar, ingresó a la Reserva de la Armada como voluntaria de WAVES con una autorización especial (su peso estaba siete kilogramos por debajo del mínimo), y terminó volcando sus conocimientos sobre los ordenadores Mark de la Universidad de Harvard. Eso nos lleva a la polilla…
El Harvard Mark II fue diseñado por Howard H. Aiken en 1947. Hopper era parte del equipo de programadores, el cual también incluía a Richard Milton Bloch (inventor del «parity check») y Robert Campbell. Una particular entrada en la bitácora del Mark II con fecha del 9 de septiembre de 1947 se destaca del resto por la inclusión de un elemento que más de 70 años después nos roba sonrisas: Una polilla. El pobre insecto quedó atrapado en el relé número 70 del panel F, provocando una falla en el «superordenador» electromecánico.
Hopper indicó en más de una oportunidad que no fue ella la que encontró el bug, sino William «Bill» Burke, quien ya conocía el término bug desde antes. La diferencia, es que el «bicho» en cuestión era real. A Hopper le encantaba contar esa historia, y con el paso de los años se la ubicó a ella en el centro del descubrimiento.
Ahora… ¿de dónde viene la palabra bug?
En realidad nadie lo sabe. Los registros más antiguos apuntan a la década de 1870, y a una carta escrita por Thomas Edison en 1878, mientras que el concepto de «errores» en el software se remontan a las notas de Ada Lovelace en 1843. Hoy, la famosa polilla y la bitácora entera están en poder del Museo Nacional de Historia Americana (enlace más abajo).