El gigante de Mountain View lleva varios años invirtiendo en fuentes renovables de energía. De hecho, es el comprador corporativo más grande del mercado cuando hablamos sobre energía solar y eólica, pero a pesar de sus avances, la compañía decidió aumentar el nivel de dificultad y apuntar a una adopción del 100 por ciento en 2017 para todas sus operaciones alrededor del globo. Esto incluirá tanto a centros de datos como a oficinas, y más allá de reducir su impacto ambiental, en Google creen que es el camino correcto para bajar costos.
El año pasado, Google (y por extensión Alphabet) utilizó energía renovable para cubrir el 44 por ciento de su demanda. Sus compromisos comerciales ascienden a 2.600 megavatios, que también incluyen a un proyecto especial de 80 MW en territorio chileno. Esta combinación coloca a Google muy por arriba de otras compañías, entre las que se destacan Amazon (1.100-1.200 MW), Microsoft y Facebook (500 MW en ambos casos). Sin embargo, para Google no es suficiente. Con una cantidad cada vez mayor de usuarios en la Web y una presión en aumento sobre la infraestructura, la compañía está decidida a optimizar su posición a través de una adopción más amplia de energía renovable.
¿Cuál es el objetivo? 100 por ciento para el año 2017, alcanzando a todas sus operaciones globales, desde centros de datos hasta oficinas administrativas. Google comprará y administrará en forma directa cada unidad eléctrica que necesite, además de invertir en nuevas fuentes. Ahora, esto no se limita a mejorar el «perfil verde» de Mountain View. En la publicación oficial Google indica que el precio de la energía eólica y solar registró una caída del 60 y 80 por ciento respectivamente en los últimos seis años, y la tendencia se mantiene. Esto representa un beneficio en el tiempo para Google, con más fuentes incorporándose al mercado, y cierta estabilidad en los precios, cosa que la energía tradicional no ofrece.
Otro aspecto interesante para remarcar es que Google no le ha cerrado la puerta a otras tecnologías, sino que espera firmar contratos que incluyan energía hidroeléctrica de bajo impacto, biomasa (asumiendo que su origen sea sostenible), y por qué no, energía nuclear. Los ambientalistas tal vez cuestionen este último punto, pero Google considerará todas las opciones que generen una huella de carbono más baja. De momento, ese 100 por ciento es lo suficientemente ambicioso. ¿Podrá hacerlo?