Aunque se trata de una feria de ciencia relativamente joven (y eso también se aplica a sus participantes), la Google Science Fair ha presentado ideas más que interesantes. Ya se conocen los quince finalistas de la edición 2013, y algunos de los proyectos van desde la utilización de cáscaras de banana para reemplazar al plástico tradicional, hasta el uso de cintas superconductoras para reducir el uso de tierras raras. Sin embargo, lo que nos trae aquí hoy es el proyecto finalista de la joven canadiense Ann Makosinski. ¿Qué fue lo que desarrolló? Una linterna que utiliza el calor del cuerpo humano, en reemplazo de las baterías.
En lo personal vengo de una época en la que un proyecto de ciencia difícilmente iba más allá de una batería hecha con limones (Cave Johnson tendría “otras” ideas para ellos), o de un volcán de bicarbonato. Ahora, la nueva generación de futuros científicos ya está explorando problemas como el cáncer, la falta de eficiencia en celdas solares y el reemplazo de materiales no renovables. Los responsables de algunos de estos proyectos han tenido la oportunidad de participar en la última edición de la Google Science Fair, que comenzó en 2011.
De hecho, el año pasado un grupo de estudiantes españoles ganó en su categoría de 15 a 16 años, explorando vida, muerte y evolución de microorganismos en el agua. Ya se conocen los quince finalistas de la edición 2013, y entre ellos aparece la canadiense Ann Makosinski, de quince años. El proyecto de Ann, es una linterna que no necesita baterías.
¿Con qué las reemplazó? Bueno, no utilizó capacitores, ni paneles solares en miniatura, ni celdas de combustible. Lo que usó como fuente de energía no es otra cosa más que el calor del cuerpo humano. Su investigación sobre la energía que emiten nuestros cuerpos llevó a Makosinski a experimentar con algo relativamente conocido como son los módulos Peltier, los mismos que algunos entusiastas del overclocking han utilizado a modo de sistema de refrigeración para procesadores, y que podemos encontrar en esas pequeñas heladeras USB. De este modo, el usuario coloca su mano sobre la superficie del módulo Peltier, mientras que el “otro lado” es refrigerado con el propio aire del ambiente, ya que la linterna es hueca en el interior.
Uno de los problemas que debió enfrentar Makosinski fue hallar un circuito adecuado, capaz de proveer tanto la intensidad de corriente como el voltaje necesario para encender las luces LED. El funcionamiento de los dispositivos Peltier hace que la linterna sin baterías trabaje mejor en lugares fríos (debido a la diferencia de temperatura entre la palma de la mano y el ambiente), sin embargo, a una temperatura de diez grados Celsius, la linterna es capaz de ofrecer luz por unos nada despreciables veinte minutos.
En total, Makosinski desarrolló dos prototipos con diferentes módulos Peltier, utilizando un tubo de aluminio como “disipador” (si se lo quiere llamar así) y un tubo de PVC para cubrir al tubo de aluminio, con una abertura que deja expuesto al módulo Peltier. El costo total de cada linterna fue de 26 dólares, pero si la producción en masa aporta su magia, podría ser mucho más barata. ¿Podrá ganar con su linterna? Habrá que esperar hasta septiembre para saberlo.