El satélite GOCE, que orbitará nuestro planeta a solo 260 Km. de altura, está listo para ser enviado al espacio. Oficiará de cartógrafo de la gravedad terrestre gracias a los seis acelerómetros de última tecnología que tiene entre sus tripas. La Agencia Espacial Europea utilizará hoy el cosmódromo ruso de Plesetsk, ubicado a unos 800 kilómetros de Moscú, para enviar la sonda al espacio.
Con este lanzamiento la Agencia Espacial Europea pone en marcha la primera misión de una serie destinada a impulsar la investigación exhaustiva de nuestro planeta. El programa, iniciado en 1999, se llama Earth Explorer y tiene como objetivos recoger datos precisos de toda la Tierra, analizando desde su atmósfera hasta su estructura interna y, por supuesto, ayudarnos a medir el impacto que tiene la actividad humana en su situación actual. Un consorcio de 45 empresas europeas ha hecho posible el desarrollo de esta sonda, cuya misión tendrá una duración de 20 meses.
GOCE (Gravity Field and Steady-State Ocean Circulation Explorer o Explorador de la Circulación Oceánica y la Gravedad) comenzará a funcionar 324 años después de que el genial que Isaac Newton enunciara la Ley de la Gravitación Universal. El satélite ya se encuentra en la plataforma de lanzamiento, convenientemente protegido de los rigores del clima con una cubierta térmica. Orbitará nuestro planeta a 260 kilómetros de altura, una órbita muy baja para este tipo de sondas. En general, los satélites científicos “vuelan” por encima de los 700 Km. (cuando no caen al mar) y los geoestacionarios, dedicados a las comunicaciones, se ubican a 36.000Km. GOCE girará alrededor de la Tierra mezclado entre satélites espías. El despegue está previsto para las 15:21 CET (13:21 UTC) del lunes 16 de Marzo de 2009. El lanzador está operado por Eurockot Launch Services, una sociedad integrada por EADS Astrium y el Centro Espacial Khrunichev (Rusia).
Orbitar un planeta a tan baja altura tiene sus desventajas. Efectivamente, GOCE necesita desplazarse a una relativamente pequeña distancia de la superficie terrestre para poder realizar su trabajo, pero a esa altura todavía se encuentran restos muy tenues de la atmósfera terrestre. El roce con las moléculas atmosféricas tienden a frenar el satélite, por lo que se han incluido unos propulsores iónicos de baja potencia destinados a compensar estas variaciones. GOCE dará una vuelta completa a la Tierra cada 90 minutos, y tiene una forma aerodinámica poco frecuente en este tipo de sondas.
A bordo del GOCE se encuentran seis acelerómetros de altísima tecnología, capaces de reportar hasta la más pequeña alteración en el campo gravitatorio de nuestro planeta. "Son equipos de un sensibilidad asombrosa, capaces de detectar el impacto de un copo de nieve en una masa enorme. Lo que hacen es medir la fuerza con la que la Tierra tira del satélite, que varía según pase por los Pirineos, La Mancha o una corriente oceánica", explica Miguel Aguirre, un ingeniero de la ESA. Cuando el satélite, de casi una tonelada de peso, termine su misión dentro de 20 meses, tendremos un mapa tridimensional muy preciso del geoide sobre el que vivimos.
Se supone que el trabajo del nuevo satélite permitirá detectar si los aumentos del nivel de los océanos se deben a que hay más agua o a que está más caliente. “Incluso, será capaz de determinar que porcentaje del aumento se debe a cada una de las causas”, explica Aguirre. También detectará los lentos movimientos de la corteza terrestre, obteniendo información útil para comprender mejor los cambios estructurales de la Tierra. Las corrientes marinas, cuyas variaciones a nivel global no están demasiado bien documentadas, también serán analizadas por GOCE.
Esta misión es la primera de una serie de seis destinadas al análisis de la Tierra. La misión ADM-Aeolus, prevista para 2010 y única que tiene una fecha determinada para su comienzo, estudiará la dinámica atmosférica, mientras que EarthCARE investigará el balance radiactivo. La misión CryoSat-2 servirá para medir el grosor de la capa de hielo y SMOS medirá la humedad del suelo y su salinidad. Por ultimo, la misión Swarm se encargará de vigilar la evolución campo magnético.