No se trata de un dron ni de un avión a control remoto, y en vez de enorgullecerse por esquivarlos, se dedica a impactar objetos. Sin embargo, nada la detiene y ella sigue su camino rumbo a su objetivo. Es la esfera robótica voladora a prueba de impactos y su nombres es Gimball.
A medida que los chips y los sensores se vuelven más minúsculos pero a la vez más poderosos, la tentación para usarlos en todo tipo de experimentos y proyectos queda explicitada en la cantidad de muestras que hay en Internet. Ya sean videos u otros formatos, los científicos con certificación y también los caseros, aprovechan y muestran sus ideas, llevadas a la realidad usando desde Arduino a placas base menos conocidas, aunque igual o más potentes. Una de las debilidades de los que experimentan es la creación de aparatos voladores, que con objetivos o no, llevan de paseo por los aires lo más creativo de la tecnología minúscula y casera de la actualidad. Uno de los ejemplos más recientes es Gimball, una esfera robótica voladora a prueba de impactos, que sigue volando aunque tu cabeza se meta en su camino.
La esfera robótica voladora GimBall está basada en un dispositivo que funciona como un “ojo que todo lo ve”, lo que la ayuda a volar sobre espacios reducidos o donde hay muchos objetos que puedan molestarla. En vez de utilizar cámaras estereoscópicas, radares o complicados algoritmos de rastreo, la esfera tiene un sistema de programación de trayectos o rutas que apela a la corrección automática en caso de que un obstáculo impida su libre circulación. De esta manera, usando un giroscopio y una jaula protectora antigolpes con un diseño especialmente ideado para la tarea, la esfera empieza a volar y en caso de encontrarse con un objeto y colisionar suavemente contra el mismo, recalcula su posición y su trayecto original y se reposiciona para retomarlo. Para que se entienda mejor, su comportamiento es similar al de un insecto que se encuentra con una ventana y rebota varias veces en la misma hasta que encuentra el espacio libre para seguir su trayecto.
Para probar la GimBall, el equipo de científicos la dejó suelta en un bosque y se programó un patrón de recorrido convencional para robots, teniendo en cuenta a los árboles como obstáculos a sortear. La idea en proyectos normales es que los robots no tienen que colisionar con los árboles, pero como GimBall está preparada para colisiones y funciona sin radares de detección temprana, los científicos del equipo pudieron dejar de lado esto, pues ante cada colisión la GimBall se reorientaba sola y de forma automática. El uso que esperan darle a la esfera robótica es el mismo que para casi cualquier robot de funcionamiento particular: la asistencia en el rescate de personas o en la reparación de maquinas aprovechando su capacidad para pasar por espacios pequeños y no perder el rumbo ante la presencia de un obstáculo.