El hombre es un animal tecnológico. Y como tal, necesita energía para sostener su civilización. De hecho, a medida que su tecnología progresa, el monto de energía necesario para su subsistencia se incrementa. En esta carrera sin línea de meta a la vista podríamos necesitar utilizar galaxias enteras como fuentes de energía.
Si pudiésemos ver una grafica que muestre año por año el monto de energía consumida por la humanidad en los últimos 4 o 5 siglos, notaríamos que en los últimos 10 años hemos consumido la misma cantidad de energía que en todo el siglo anterior. Este aumento exponencial en la demanda de energía tiene su origen en el incremento de la población, y en los adelantos tecnológicos.
Resulta evidente que una curva de crecimiento semejante tarde o temprano será un problema. Por supuesto, existen algunas soluciones. Podríamos abocarnos al desarrollo de formas más eficientes del uso de la energía disponible, o renunciar al empleo de aquellos artefactos cuyo consumo sea demasiado elevado. O también podríamos escuchar lo que Michio Kaku tiene para decir al respecto.
Michio Kaku es un físico teórico estadounidense. Es uno de los autores de la rama de la teoría de cuerdas conocida como “String Field Theory”, que se graduó con honores en la Universidad Harvard en 1968 y recibió un doctorado en física en la Universidad de Berkeley, en 1972. Kaku es un divulgador científico muy conocido: tiene dos programas de radio y es autor de numerosos libros.
Kaku además ha escrito un artículo en Cosmos Magazine donde explica el modo en que una civilización supe avanzada podría aprovechar como fuente de energía las estrellas y las galaxias completas. Utilizando solamente las leyes de la física como guía, Kaku postula que existen tres niveles de desarrollo para una civilización, medidos por la forma en que manejan la energía disponible: Nivel I, II y III. Los humanos estaríamos ubicados actualmente en el nivel 0.7.
Este “0.7” proviene del hecho de que en este momento dependemos de la quema de combustibles fósiles para obtener la energía que mueve a nuestra civilización. Para alcanzar el Nivel I, deberíamos ser capaces de aprovechar toda la energía del planeta sin alterar su equilibrio. La contaminación ambiental es la principal amenaza para una civilización que no ha alcanzado aún el Nivel I.
En el Nivel II se encuentran aquellas razas que han sido capaces de aprovechar la totalidad de la energía generada por su estrella de origen. Deberíamos encontrar la manera de recolectar el 100% de la energía emitida por el Sol para que la humanidad sea considerada un miembro de este club. Una de las maneras de lograrlo sería mediante la construcción de una “Esfera de Dyson” alrededor del Sol, a una distancia equivalente a la órbita de Júpiter y que funcione como un colosal panel de celdas solares. Para lograr esto, deberíamos demoler todos los planetas del sistema (excepto la tierra, claro) para aprovechar sus materiales.
Una civilización de Nivel III sería capaz de aprovechar el poder de la totalidad de las galaxias, disponiendo de la capacidad de controlar la vida y la muerte de las estrellas a voluntad. Mientras que una civilización de Nivel II podría resultar destruida por la explosión de una supernova cercana que queme su planeta mediante una lluvia de rayos X, una civilización del Tipo III sería absolutamente inmortal. Ninguna catástrofe natural conocida por la ciencia tiene la capacidad de destruir una civilización de tipo III.
En este nivel de desarrollo tecnológico, si la civilización en cuestión detectase una gigante roja cercana a punto de convertirse en una supernova, podría alterar el proceso o simplemente mudarse a otro sistema estelar alejado.
Es obvio que demoraremos varios milenios en alcanzar este nivel tecnológico, y eso suponiendo que seremos capaces de evitar la autodestrucción en una guerra originada por el control de los combustibles fósiles. Pero si logramos tal desarrollo y alcanzamos el Nivel III, muy posiblemente la humanidad exista por siempre.