Aunque la revolución del plástico llegó a lugares insospechados, algo que dentro de todo se ha mantenido al margen de su alcance, es la bicicleta. Cualquier implementación de plástico en este medio de transporte siempre ha sido visto como “de baja calidad” por los más puristas del ciclismo, pero ante la necesidad de un uso más eficiente de materiales y un vector de reciclado más amplio, este desarrollo proveniente de Israel podría cambiar la situación. La Frii es una bicicleta hecha de plástico, con un diseño colorido y adaptable según los requerimientos del usuario.
No puedo evitarlo: En lo que se refiere a bicicletas, también prefiero los modelos más antiguos. Son más resistentes, su mantenimiento no es algo descabellado, y todavía se pueden obtener piezas de recambio. Los diseños provenientes de Oriente han plagado el mercado, y aunque son atractivos en materia de costo, no están libres de consecuencias. Un ejemplo personal: Mi sobrina recibió una bicicleta para la última Navidad. Los frenos estaban hechos completamente de plástico. Se cayó dos veces (proceso de aprendizaje), y las palancas se quebraron. Adiós frenos. El plástico es revolucionario, de eso no caben dudas, pero estoy seguro de que nuestros lectores también prefieren una bicicleta sólida, robusta, y con sus piezas críticas hechas de metal, aunque dos excepciones válidas podrían ser los pedales y el asiento.
Ahora, un nuevo diseño proveniente de Israel busca ofrecer otro punto de vista. La Frii, creada por Dror Peleg y la Academia Bezalel de Arte y Diseño, es una bicicleta hecha de plástico casi en su totalidad. Todas las piezas son creadas a través de un proceso de inyección, y los rodamientos están completamente integrados desde fábrica. Sus ruedas son macizas, lo que nos hace pensar en bicicletas pequeñas de aprendizaje, pero el objetivo aquí es evitar las pinchaduras y reducir el mantenimiento. La Frii utiliza materiales reciclados, y en caso de una rotura crítica, imaginamos que su destino bien puede ser el de molido y re-inyección para crear otra bicicleta.
Por supuesto, la duda número uno que nos asalta a ver la Frii es qué tan resistente es en realidad. No hay números oficiales publicados, y la ausencia de una canasta es bastante llamativa. También podemos invocar otros detalles como la limpieza, la exposición al sol, y su “capacidad de reparación” por parte del usuario, si es que ofrece alguna. Aún así, no debemos olvidar que Frii es un prototipo, y que en caso de llegar a ser un producto comercial, podría tener algunas modificaciones. Por un lado, no la veo apta para trabajos relativamente pesados o intensos, pero podría ser viable como simple bicicleta de paseo, o como bicicleta para niños, ya que deben ser resistentes a toda clase de maltrato.