Nuevas noticias sobre el controvertido “flujo oscuro” del Universo. Después de estudiar más de mil cúmulos de galaxias, un grupo de científicos ha logrado identificar un patrón inusual en el movimiento de alrededor 800 de ellos. Parece que están moviéndose a una velocidad de 1000 kilómetros por segundo hacia una zona específica del Universo. Algo no encaja con las teorías actuales. Puede que exista una gran concentración de materia en ese sitio, o que otros Universos ejerzan su influencia en las grandes estructuras del nuestro.
El flujo oscuro parece haber sido causado poco después del Big Bang por causas que aún se desconocen. Los científicos buscan determinar no solo su origen, si no la forma en que afecta al resto de las estructuras del Universo. Dentro de este marco, Sasha Kashlinsky, del Goddard Space Flight Center en Greenbelt, Maryland, y sus colegas, se dedicaron todo el año pasado a recoger información sobre el movimiento de más de 800 cúmulos de galaxias -estructuras que agrupan decenas de miles de galaxias como la Vía Láctea- que se mueven una misma dirección, como impulsadas por una corriente, a más de 1000 kilómetros por segundo. El estudio comparaba el movimiento de estos racimos sobre el brillo remanente del Big Bang. Los datos fueron obtenidos a partir de observaciones del Wilkinson Microwave Anisotropy Probe (WMAP). Cuando los fotones provenientes de este resplandor de fondo chocan con electrones pertenecientes a los cúmulos de galaxias observados, cambian sutilmente y pueden brindarnos información útil sobre la forma en que estas estructuras se desplazan a través del espacio.
El equipo de Kashlinsky combinó los datos del WMAP con las observaciones de rayos X efectuadas antes, y encontraron que los grupos se movían a velocidades muy altas, de hasta 1.000 kilómetros por segundo, rumbo a un punto específico del cosmos. Mientras que algunos colegas apostaban a que nunca se podrían obtener pruebas concretas sobre la existencia del flujo oscuro o que directamente no aparecería en observaciones posteriores, el trabajo del equipo parece haber confirmado su existencia. Los últimos datos elaborados por Kashlinsky revelan que al menos 1.400 agrupaciones de galaxias forman parte de esta corriente, que se desplaza a unos 3.000 millones de años luz de la Tierra, con rumbo al borde del universo observable. Esto significa que la intensidad de este flujo es del doble de lo calculado anteriormente.
Los científicos creen que el flujo oscuro se ha originado poco después del Big Bang, por “algo” que ya no se encuentra dentro de los límites del universo observable. No tiene prácticamente ningún efecto sobre nuestra región del cosmos, ya que para hacerlo sus efectos deberían propagarse más rápido que la luz. Una de las hipótesis es que este flujo se debe a la gravedad de una enorme concentración de materia situada en el borde del Universo, aunque son pocos los científicos que creen que este sea el caso. Argumentan que durante el Big Bang, las enormes estructuras cósmicas fueron “sembradas” al azar por las fluctuaciones cuánticas, y que en promedio la materia debería extenderse de manera más o menos uniforme.
Afortunadamente, hay otras hipótesis con que trabajar. Laura Mersini-Houghton, de la Universidad de Carolina del Norte, por ejemplo, cree que el flujo no es otra cosa que la prueba de que existe otro universo “pegado” al nuestro. Laura razona que si el pequeño trozo de vacío que se infló para convertirse en nuestro universo cuántico estaba entrelazado cuánticamente con otras regiones de vacío, podrían haber generado otro(s) universo(s) que ejerzan una fuerza desde más allá del actual horizonte visible. Por su parte, Charles Bennett, investigador principal del WMAP, sigue negando la existencia del flujo oscuro. A pesar de los nuevos hallazgos, dice que el análisis de los cúmulos no es estadísticamente significativo. “No hay evidencia del flujo oscuro a gran escala, aún usando los mejores datos disponibles”. Como puedes ver, hay opiniones para todos los gustos. Esto es bastante frecuente cuando los científicos recién comienzan a investigar un nuevo fenómeno y todavía no poseen pruebas concluyentes en uno u otro sentido.
Por descabellado que parezca, en este momento la hipótesis más firme es la de Mersini Houghton. Si un Universo exterior ejerciera una fuerza gravitatoria sobre el nuestro, tendría efectos en las enormes contracciones de la materia de los cúmulos, pero no dejaría su huella a escalas más pequeñas. “Esto podría desplazar las acumulaciones de Galaxias de forma diferente en una que en otra dirección”, dice Laura. “Existe una dirección preferida: la del flujo oscuro”. Sus colegas toman muy en serio sus afirmaciones, sobre todo desde que en 2006 predijo que debería haber dos “agujeros” – regiones con menor cantidad de galaxias de lo esperado- allí fuera. Y, efectivamente, lo que ha identificado la sonda EMAP se parece mucho a un agujero: una región muy grande del espacio en la que el resplandor de fondo es más frío que el promedio.
Sin embargo, todo parece estar en discusión, y quizás la hipótesis de Mersini-Houghton no sea la correcta. El culebrón del flujo oscuro aún tiene muchos capítulos por delante.