El nuevo telescopio espacial Fermi, de la NASA, ha sido testigo de la explosión de rayos gamma más poderosa jamás observada. El evento ostenta al menos tres récords, y posee la mayor cantidad de energía total emitida, las partículas más rápidas y la emisión de energía inicial más elevada registrada hasta la fecha. Entre los firmantes del artículo publicado en la revista “Science” se encuentra Diego Torres, del Instituto de Ciencias del Espacio e investigador del Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados.
Una explosión de rayos gamma, con una potencia jamás observada, fue registrada en septiembre de 2008 por el nuevo telescopio espacial estadounidense Fermi, según un comunicado publicado el pasado jueves. Los científicos demoraron meses en estudiar todos los datos hasta anunciarlo en la versión online de la revista “Science”. El evento astronómico tuvo lugar en la zona de la constelación Carina, y su potencia fue equivalente a la de unas 9.000 supernovas explotando de forma simultánea. Los astrofísicos calculan que se emitieron en 60 segundos la misma cantidad de rayos X y gamma que genera el Sol en un año. El sueño del Increíble Hulk, si nos preguntan.
Los rayos gamma, con una potencia jamás vista, proceden de una fuente bautizada GRB 080916C, y las partículas fueron expulsadas prácticamente a la velocidad de la luz. Los rayos más extremos poseían unos 30.000 millones de veces más energía que la luz visible, explicaron los astrofísicos. Esto la convierte en la explosión de rayos gamma más potente jamás vista. El evento astronómico se produjo a una distancia de unos 12.200 millones de años luz de la Tierra. La explosión de rayos gamma más lejana que se había registrado hasta este momento procede de unos 12.600 millones de años luz y fue observada forma conjunta por la sonda estadounidense Swift junto con telescopios terrestres en 2005.
El gigantesco estallido de energía fue detectado mediante el Large Area Telescope, montado a bordo del telescopio espacial Fermi, en los 100 segundos posteriores a su aparición, el 16 de septiembre de 2008 a las 00H12 GMT. Recordemos que el evento puede detectarse solo cuando las partículas emitidas llegan a la Tierra, lo que significa que la explosión tuvo su momento de gloria cuando el Sistema Solar aún no existía.
"Esta deflagración genera todo tipo de interrogantes", asegura Peter Michelson, profesor de física en la Universidad de Stanford. Michelson es el principal encargado científico del telescopio Fermi, y asegura que “dentro de unos años dispondremos de más datos y quizás nos brinden respuestas”. Diego F. Torres, del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEC-CSIC) e investigador del Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) agrega que “este estudio sugiere que existe un único mecanismo de emisión para todo el rango de energías, aunque la absorción contra la radiación de fondo podría hacer difícil la detección de un componente a las energías mas altas".
Torres forma parte del grupo de investigadores que opera y analiza los datos del “Large Area Telescope” (Fermi-LAT). Se especializan en la detección y el modelado de la emisión de alta energía de fuentes galácticas y difusas. En esta colaboración participan también científicos de la NASA y el Instituto Max Planck de Física Extraterrestre de Garching (Alemania). Los investigadores han hecho un interesante descubrimiento respecto a este tipo de cuestiones. Analizando varios eventos de este tipo, han descubierto que los rayos gamma de más alta energía se detectan después de aquellos que poseen niveles de energía menores, y persisten por más tiempo. "Esto permite estudiar el espectro de la explosión, su evolución y la estructura misma del espacio tiempo.” Torres agrega que “hay modelos que proponen que la velocidad de propagación de los fotones no es uniforme".
Sin embargo los científicos advierten que hay que considerar estos datos con cuidado, sobre todo al comparar su energía con la liberada por las supernovas “normales”, por la forma en que se miden estos estallidos de rayos gamma. Esta radiación se produce en forma de chorros muy finos y muy energéticos. Cuando se da el caso de que uno de esos chorros apunta en la dirección de la Tierra, se ve como una colosal explosión. En el caso concreto de GRB 080916C, la velocidad del gas habría alcanzado una velocidad de 99,9999% la de la luz.