Un equipo internacional de investigadores han confirmado la extracción con éxito del ADN presente en las cáscaras fosilizadas de huevos de dos especies de aves gigantes ya extintas. Se trata de los pájaros más grandes que se conocen, los emú y aves elefantes. Los restos utilizados para este trabajo tienen una antigüedad de 19 mil años, y si bien existen una gran cantidad de restos fósiles como estos, es la primera vez que se obtiene ADN de ellos. Este logró permitirá determinar con exactitud el proceso evolutivo de estos pájaros gigantes.
Los paleontólogos de todo el mundo poseen una buena cantidad de huevos fosilizados (o de trozos de ellos) pertenecientes a muchas especies de aves ya extintas. En algunas ocasiones se han descubierto nidos enteros, y hasta embriones fosilizados en el interior de las pétreas cáscaras. Sin embargo, y a pesar de varios intentos en este sentido, hasta hace pocos días no había sido posible obtener muestras de ADN de estos restos. Ahora, un equipo internacional de investigadores, dirigido por Charlotte Oskam, acaba de publicar un articulo en Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences en el que dan cuenta de la extracción con éxito del ADN presente en las cáscaras fosilizadas de huevos de dos especies de aves gigantes ya extintas: los emú (Dromaius novaehollandiae) y el Aepyornis, o “pájaro elefante“, un ave enorme de unos tres metros de altura y más de 500 kilos de peso. Los fósiles utilizados en el estudio tienen aproximadamente 19.000 años de edad, y pertenecen a los que quizás sean unos de los pájaros más grandes que hayan existido. Los huevos analizados, como es lógico, eran proporcionales al tamaño que tenian Aepyornis y algunos medían más de medio metro de alto.
La buena noticia es que la técnica utilizada sobre los restos obtenidos en trece sitios de Nueva Zelanda, Australia y Madagascar podrá emplearse para obtener material genético de muchas otras especies, incluidos los extintos dinornítidos, o moas. “Se trata de la primera vez que se logra extraer ADN de huevos de ave tan antiguos“, explica Oskam. La investigadora conoce muy bien los problemas que plantea la extracción de hebras de ácido desoxirribonucleico de huevos fósiles, ya que había intentado anteriormente hacer lo mismo con los restos de huevos de una especie de ave conocida como “Genyornis” -con unos 50.000 años de antigüedad- sin éxito. Pero las nuevas técnicas disponibles para el análisis de ADN están permitiendo a los investigadores obtener información muy valiosa sobre especies extintas, algo impensable hace unos años. En 2008, por ejemplo, se secuenció por primera vez el genoma de un animal desaparecido, el mamut, a partir de los restos de un ejemplar que quedó atrapado en el hielo durante 20.000 años y que conservaba restos de su pelo. Dado que los fósiles de cáscaras de huevo se utilizan habitualmente para datar yacimientos de restos y analizar los ecosistemas a los que pertenecen, la posibilidad de construir también sus los perfiles de ADN sin dudas ayudará a los paleontólogos y a los arqueólogos a entender cómo estas aves interactuaban con su entorno y como fue su proceso evolutivo.
Por otra parte, la técnica empleada por el equipo de Oskam no parece ser útil para aislar ADN de fósiles completamente mineralizados, como los restos de los dinosaurios que desaparecieron hace unos 65 millones de años, aunque la investigadora admite que “sería muy emocionante“. Según puede leerse en “Proceedings”, los científicos en realidad sólo extrajeron unos 250 pares de bases -los “escalones” de la espiral doble que forma el ADN- pero confían en que pronto podrán extraer más.