Se veía venir. No hemos aprendido la lección con el reventón de la burbuja inmobiliaria. En España se han superado los 3 gigavatios de energía solar gracias a las subvenciones del estado para fomentar su desarrollo y, ahora que han cerrado el grifo, se ha producido un violento frenazo de la expansión de este tipo de energía renovable. Y Obama diciendo que somos el ejemplo a seguir. Pues menos mal.
La Comisión Nacional de Energía (CNE) estima que de Enero a Noviembre de 2008 se han conectado a la red eléctrica española 3.1 gigavatios provenientes de la energía solar. Esta cantidad ha superado con creces todas las expectativas pues el gobierno tenía previsto alcanzar sólo 1 gigavatio en total. Así a bote pronto, habría que felicitar al estado español y armar una fiesta para congratularnos todos de la eficiencia de la energía solar, ¿verdad?. El mismísimo Obama ha puesto como ejemplo a España de progreso y desarrollo eficaz de las deseadas renovables. Sin embargo, la realidad se ha quitado la careta y comienza a mostrarse tal y como es. Y su rostro parece bastante más feo de lo que nos habíamos imaginado en un principio.
Ese frenesí de crecimiento ha sido provocado por un precio del Kwh inflado artificialmente por la inyección de capital que el gobierno propuso para el año 2008 en concepto de fomento del desarrollo solar. El estado español subvencionaba este recurso para fomentar su expansión y hacernos entrar en la era del desarrollo sostenible por la puerta grande. Como resultado, los agentes empresariales se apresuraron a instalar el mayor número de sistemas de energía que les fue posible, aprovechando la bonanza de las subvenciones que les permitían conseguir unos pingües beneficios. Además, por orden ministerial, toda la energía generada por sistemas solares debía ser comprada automáticamente y vertida en la red eléctrica nacional. Los encargados de paneles solares se beneficiaron enormemente de tan dramático crecimiento.
Hordas de emprendedores se lanzaron a comprar material solar para construir granjas y parques solares que aprovechan las numerosas horas de sol que proporciona España, cosa lógica pues tenían asegurados unos reportes de beneficio a medio-largo plazo. El precio del kilovatio solar se pagaba a precio de oro(45 céntimos por Kw/h) y con esas perspectivas a ver quién es el guapo que se resiste. Una orgía de puestos de trabajo, tremenda generación de empleo y dinero corriendo a raudales por las manos de los inversores.
Hasta que llegó el chasco. España advierte que en el 2009 sólo subvencionarán hasta un valor de 500 Megavatios. Se acabó el chorro de billetes a cargo del estado. Nos encontramos con que los empresarios ya no pueden pagar todos los paneles que han comprado porque no los pueden vender en el mercado. Ya no hay tantos que quieran invertir en energía solar, viendo que no les sale tan rentable como antaño. Las consecuencias de la ruptura de la burbuja de las expectativas nos resultan harto conocidas: despidos a mansalva, paralización de proyectos, regresión de planes de futuro, caída en picado del mercado solar, etc. Los especialistas garantizan que va a ser un año duro para España y que aún queda por ver hasta qué punto se reajustará el mercado una vez eliminados los generosos incentivos económicos y fiscales. Esperemos que el Icaro de las energías renovables no se queme las alas y consiga planear a buena altura durante mucho tiempo.