Hubo una época en que los niños con anteojos, buenas calificaciones y granos en la cara recibíamos regalos apropiados a nuestros intereses. Nunca faltaba la tía con el típico juego de química bajo el brazo, la abuela orgullosa con algún kit para armar dinosaurios o, si teníamos suerte, algún ordenador ya viejo, pero invaluable para gente de nuestro perfil. Varios años más tarde, los aprendices de científicos ya no necesitan currarla tanto. Existen todo tipo de programas educativos, para todas las inquietudes. Este software gratuito, bajo el simple nombre de SEED, sirve para aprender a crear, nada más nada menos, estrellas virtuales. Y no hablamos de tíos guays y famosos en la tele, sino de estrellas de verdad, como nuestro Sol. Como Spore, pero en serio.
Los tiempos cambian y lejos van quedando aquellos juguetes que, de alguna manera, marcaron épocas y forjaron caracteres. Como todo evoluciona y (casi siempre) se mejora, ya no hace falta soltar un montón de pasta para mantener a los pequeños émulos de Einstein dentro de casa los domingos de lluvia. No señor. Los padres modernos podemos utilizar el ordenador de casa (o el del propio niño, llegado el caso) para que aprenda mogollón de cosas. Y lo mejor de todo es que, utilizando este software, estamos a salvo de los incendios o explosiones que el pequeñín podría hacer con un clásico kit “El Pequeño Químico”.
SEED es un programa de ordenador que cae dentro de la categoría de “simuladores”. Pero, en lugar de tener un pequeño y tonto Tamagochi que llora por su ración diaria de comida, con SEED podemos simular soles. Sí, soles como el Sol (¡hoy estamos inspiradísimos!). En realidad, basta con acceder a la página web correcta y establecer las condiciones iniciales de la estrella que vamos a crear. Luego, solo debemos esperar para ver como su vida se desarrolla en la pantalla. Por supuesto (y afortunadamente) los tiempos están muy acelerados y no debemos pasar una docena de miles de millones de años esperando que nuestro recién creado Sol “se haga grande”.
El simulador esta muy bien logrado, y permite a los estudiantes analizar que pasa a lo largo del “ciclo vital” de la estrella, cuyas condiciones iniciales ha configurado. Es que a pesar de que todas las estrellas empiezan (y terminan) sus vidas más o menos de una forma predecible, entre ambos extremos hay toda una serie de situaciones que dependen de factores claves: tales como su masa o proporción de metales que forman parte de su “cuerpo”. Solo una vez que hemos decidido valores para estas variables, sabremos si nuestra estrella terminará como una clásica enana blanca o tendrá el final estruendoso de las supernovas.
Incluso, si eres lo suficientemente hábil para elegir las condiciones iniciales, puedes hacer que algunos miles de millones de años más tarde eso que ha comenzado como una inofensiva nube de hidrógeno enrarecido, vagando por el espacio vacío, se convierta en un temible agujero negro. Es que las estrellas obtienen su energía del hidrógeno y helio que la componen, mediante un proceso denominado fusión nuclear. El mismo que los científicos luchan por reproducir (a menor escala, claro) sobre la Tierra, asegurando que nos proporcionaría energía casi gratis. En este proceso, los átomos de los elementos más livianos se combinan entre sí y forman átomos de elementos más complejos y pesados.
Como el proceso de fusión se repite con elementos cada vez más “pesados”, aunque requiriendo mayor cantidad de energía en cada etapa, es que mediante una cuidadosa selección de la proporción de cada “ingrediente” en la composición de la protoestrella podemos obtener vidas (y finales) estelares completamente diferentes.
Se trata de una simulación ideal para aficionados a la astronomía o estudiantes que quieren ver cómo funciona lo que han aprendido en el colegio. Pero si simplemente eres un aficionado que sueña despierto cada vez que lee una noticia sobre la misión Phoenix o, cuando se descubre un choque de planetas en un sistema solar lejano, SEED también es para ti. Apúntate, y disfruta gratuitamente de la creación de un Sol a tu medida. Si le pones tu nombre… ¡serás una estrella! (literalmente)