Es muy probable que si nos enfrentamos a una civilización extraterrestre, por medio de las armas, solo sobrevivan cuatro o cinco de nosotros y solo como curiosidades para algún remoto zoológico alienígena. Pero si nos dan la oportunidad de que enviemos cuatro o cinco políticos a negociar, posiblemente el resultado sea otro, y podamos usar sus mundos como atracciones turísticas. Si queremos sobrevivir, debemos saber de qué va la Exopolítica.
Cuando te enfrentas a un enemigo, tienes básicamente dos alternativas: o te vas a la guerra, rogando que los dioses te sean propicios; o intentas razonar con él (básicamente para evitar que te parta la cara). Si se trata de un enemigo poderoso, la segunda opción parece ser, de lejos, la mejor, ya que nos permite conservar la totalidad de nuestras piezas dentales ancladas en su lugar. Bien, si has comprendido la esencia de este párrafo, no tendrás problemas en entender de qué va la Exopolítica.
Se denomina Exopolítica al estudio de las relaciones políticas entre la humanidad y las civilizaciones extraterrestres. El uso del término Exopolítica de un modo formal comenzó con el trabajo de Alfred Labremont Webre en el año 2000, cuando publicó un libro titulado "Exopolitics: Towards a Decade of Contact" (algo así como “Exopolítica: Hacia una década de contacto”). Antes de comenzar a argumentar “¿y los extraterrestres donde están?” o lanzar consignas del tipo “¡vayamos a por ellos y traigámonos su petróleo!”, veamos algunas de las ideas de Alfred.
Webre se muestra preocupado por nuestra falta de previsión en lo que se refiere a la preparación de nuestros políticos para tratar con civilizaciones extraterrestres. Tiene su lógica, solo hay que ver lo preparados que están para lidiar con nuestra propia civilización, como para imaginarse lo que pasaría si se encontraran con ET (casi puedo verlo a John McCain sacándoles la lengua a traición). Alfred dice que “puede ser que la verdadera situación en la que se halla nuestro planeta sea que nos encontramos aislados en medio de una sociedad Universal interplanetaria, intergaláctica y multidimensional que evoluciona de forma altamente organizada”. O sea, algo así como la ONU, pero a una escala “ligeramente” mayor.
Si tiene razón –y muchos apostarían uno de sus cojones a que la tiene– se trata de una situación con muchas (y profundas) implicaciones para nuestra civilización. Al fin y al cabo, si resulta ser cierto que estamos rodeados por civilizaciones alienígenas: ¿Por qué estamos aislados? ¿Cómo es que no tenemos una embajada de ET en la Tierra? ¿Estamos en cuarentena? Y si es así, ¿por qué?
Vamos a dar un salto imaginativo importante, y suponer que estamos rodeados, literalmente, de civilizaciones extraterrestres que son lo suficientemente avanzadas tecnológicamente como para que no podamos detectarlas. Si esto fuese cierto, debería existir algún motivo realmente importante para que se oculten de esa manera. Dejando de lado un caso de timidez extrema, lo más probable sería que nos den el esquinazo de esa forma por que nuestra civilización tiene “algo” que no les gusta. No, no hablamos de los políticos ni de las suegras, sino de las guerras.
Paul Hellyer, que fue hace años ministro de defensa de Canadá (hoy un abuelito de casi 90 años) se despachó no hace mucho con que “el ejército de los Estados Unidos está preparando armas que podrían ser usadas contra los alienígenas y esto podría llevarnos a una guerra intergaláctica sin ningún aviso previo”. Si esto es cierto, tranquilamente podríamos encontrarnos en una especie de “cuarentena galáctica”, en forma preventiva. Volviendo a la idea de nuestro primer párrafo, y siguiendo con la analogía, si no queremos convertirnos en polvo cósmico, lo mejor es el diálogo. Y para eso necesitamos la Exopolítica.
Según los resultados de una encuesta realizada por Gallup, entre el 25% y el 50% de los norteamericanos adultos están seguros de que los extraterrestres existen y se encuentran entre nosotros. Si tienen razón, no tenemos secretos para ellos. Los exopolíticos podrían ayudarnos a explicarles las razones de nuestras disputas, o la importancia que tiene un desierto remoto inundado de un mejunje negro, espeso y maloliente, para que sacrifiquemos la vida de algunos centenares de miles de nuestros congéneres. Si queremos una silla en el salón de la ONU extraterrestre, necesitaremos de exopolíticos realmente buenos. O seguiremos en cuarentena para siempre. Lo cual, si nos preguntan, sería la opción más sabia para un alienígena con dos neuronas (o su equivalente intergaláctico)