Los investigadores del Instituto de Medicina Regenerativa del Centro Médico de la Universidad Baptista Wake Forest, en Carolina del Norte, han logrado un notable éxito en medicina regenerativa. Utilizando técnicas de ingeniería tisular, lograron reemplazar completamente el tejido eréctil del pene de los conejos, devolviéndoles a los sufridos animalitos la funcionalidad de su aparato reproductor y la capacidad de fecundar. El avance podría ser utilizado con éxito en humanos.
Un trabajo publicado en la ultima edición electrónica de la revista Proceedings, de la National Academy of Sciences, da cuenta de un logro revolucionario en el campo de los implantes de pene. El pene es un órgano cuyo reemplazo no resulta nada sencillo. Reconstruir un pene que ha resultado dañado en un accidente, por alguna enfermedad o por Lorena Bobbit, es un verdadero desafío para los científicos. Es que el pene está compuesto por un tipo de tejido muy especial, cuya estructura tisular es única y la función que realiza es altamente compleja. No existe un remplazo que pueda hacerse utilizando tejidos de otra parte del cuerpo que permita a los médicos reconstruir un pene y que el paciente recupere sus funciones sexuales normales. Y los intentos que emplean prótesis de origen sintético, como las plásticas o de silicona son un pobre paliativo al pene “de verdad”. No solo la función eréctil natural no se restablece, sino que el impacto psicológico en el paciente suele ser devastador. Sin embargo, este oscuro panorama podría cambiar en poco tiempo
El trabajo de Anthony Atala, director del Instituto de Medicina Regenerativa del Centro Médico de la Universidad Baptista Wake Forest (Carolina del Norte), podría ser la solución a los problemas descriptos. Atala trabaja desde hace tiempo en la regeneración del tejido eréctil de los mamíferos superiores, especialmente de conejos. En un estudio previo su equipo había sido capaz de fabricar pequeños segmentos de tejido eréctil que conservaban el 50 por ciento de la función del tejido normal. Pero el equipo de Atala no estaba conforme con ese resultado, e intentó una nueva técnica. Básicamente, recolectaron células del músculo liso y endoteliales provenientes del tejido eréctil de los animales. Luego, las células fueron multiplicadas en el laboratorio y, mediante un proceso de dos pasos, fueron inyectadas en un dispositivo de soporte tridimensional que brindaba el apoyo necesario mientras el nuevo tejido crecía.
Una vez implantado en los conejos y transcurridas cuatro semanas, la red de células cultivadas “in vitro” e implantadas en el pene de los conejos comenzaron a convertirse en tejidos organizados, con las correspondientes (e indispensables) estructuras vasculares. Los análisis demuestran que la función y la presión vascular del nuevo tejido eréctil es la misma que en un pene normal. No solo el tejido aparenta ser normal, sino que funciona exactamente igual que un pene sano: cuando los animales sometidos a este tratamiento de ingeniería tisular se aparearon con hembras, el frotis vaginal de éstas contenía esperma en ocho de cada doce casos y cuatro de cada doce hembras resultaron fecundadas.
Obviamente, y a pesar de lo importante que es la vida sexual de los conejos (sobre todo para las conejas), el verdadero potencial de esta técnica se encuentra en su aplicación en los humanos. Atala explica que “a pesar de que se requieren más ensayos, nuestros resultados apoyan y sugieren que la tecnología utilizada tiene un considerable potencial para los pacientes que necesitan una reconstrucción del pene. En el futuro, pacientes con anomalías congénitas, cáncer de pene o lesiones traumáticas e incluso algunos casos de disfunción eréctil, podrían beneficiarse de este hallazgo”. Seguramente volveremos a oír noticias sobre esta revolucionaria técnica.