Increíble vuelta de tuerca la que acaba de protagonizar el parlamento europeo que ha blindado aún más los derechos de autor referidos a la música. Actualmente el tiempo máximo estaba en 50 años, pero tras un intenso debate han incrementado 20 años el tiempo que podrán los autores disponer de sus obras. No sabemos si considerar esta noticia un escándalo, pero este desatino va a provocar ríos de tinta digital.
De nuevo, la normalmente progresista Europa, ha dado un salto mortal hacia atrás y ha sorprendido a propios y extraños con este nuevo giro en el muy polémico mundo de los derechos de autor en la era digital. Paradójicamente, no hace mucho que frenaron el intento abusivo de un político español de imponer una ley antiP2P que cercenaba derechos de los ciudadanos. En otros ámbitos la Unión Europea también se ha distinguido por su mirada puesta en el futuro, tratando, por ejemplo, de buscar energías alternativas que no atenten contra el planeta o incluso parándole los pies al gigante informático Microsoft con multas millonarias por prácticas monopolistas. Sin embargo, ahora han aprobado un texto que amplía de 50 a 70 años los derechos de autor de la música. La proposición inicial aún llegaba mas lejos, pues pretendían alcanzar muchos más años para la caducidad del “copyright” de obras musicales. El comisario europeo de Mercado Interior Charlie McCreevy había propuesto prolongar el copyright de cantantes y músicos a 95 años, pero muchos estados de la Unión Europea, que deciden junto al Parlamento, alegaban que eso ya era una auténtica locura. El resultado de votos favorable a la medida no pudo ser más contundente: 377 votos a favor de los 70 años, 178 en contra y 37 abstenciones.
Si la medida se convierte en ley garantizará que las grabaciones como la primera canción de los Beatles, "Love me do", no pierdan su copyright hasta 2012. Entre los que pidieron a boca llena esta ampliación, se encuentran grupos tan famosos como U2 y cantantes como Cliff Richard, que al parecer sienten envidia de EEUU porque allí los derechos de autor son bastante más extensos en el tiempo. Con la ley, se crearía un fondo para músicos ocasionales que recibiría anualmente un 20 % de las ganancias obtenidas con la prolongación de los derechos de autor. En un mundo volcado en la información y el intercambio cultural, donde muchos expertos auguran el fin de los derechos de autor para el año 2050, se hace imposible digerir que Europa sea capaz de marchar en dirección contraria a lo que se espera de un sistema progresista y avanzado. Nadie entiende la postura de los europarlamentarios. No se sabe si actúan por puro desconocimiento de lo que significa el futuro de la cultura digital o por otros motivos menos relacionados con la ignorancia.
El comisario europeo McCreevy alega que esta es la manera más eficaz de proteger a los creadores de música y dijo que "Hablar con los artistas, no las superestrellas, hizo que me diera cuenta de que había que hacer algo. Por ello, estoy especialmente contento de que la propuesta del fondo de los músicos ocasionales haya llegado al proceso legislativo intacto”. Sin embargo, el Partido Verde respondió diciendo que precisamente van a ser las grandes estrellas las que más se van a beneficiar de esta nueva medida “El voto del Parlamento será como música para los oídos para las grandes discográficas y las grandes estrellas", comentó Eva Lichtenberger, miembro austriaca del partido. Y terminó con un contundente argumento “Si la legislación realmente quisiera ayudar a los artistas y a los consumidores, el Parlamento Europeo habría estado de acuerdo en dar el 100 por 100 de los beneficios a los artistas, no sólo el 20", explicó Lichtenberger. Pero vamos más lejos. Expertos británicos agrupados en el Center for Intellectual Property Policy&Management de la Universidad de Bournemouth, han denunciado que la extensión de los derechos de autor sólo beneficia a las grandes discográficas (Sony, Universal, Warner Music y EMI), y a un 20% de las estrellas de aquellos lejanos años, como Cliff Richard. "El 80% de los intérpretes podría recibir entre 4 y 58 euros al año", y la mayoría "a costa de jóvenes que comienzan en la música", aseguran.
Hammerstein, eurodiputado verde español, piensa que la medida "aumenta los costes de la música y el audio en general, es una propuesta antisocial porque aumenta la brecha cultural, sólo beneficia a los más ricos y poderosos y va en contra de los consumidores y las bibliotecas públicas". Y recuerda que se oponen a la medida las 42 organizaciones más grandes de consumidores de Europa y más de 650.000 bibliotecarios. Incluso medios tan poco sospechosos de perjudicar a la industria como el diario económico Financial Times han publicado editoriales en contra de una "extensión del copyright que es una bien conocida estrategia de poderosas compañías que consiguen beneficios a través del tráfico de intereses por la protección pública". Y en su línea liberal recuerda que "las industrias culturales están sobreprotegidas". Y dice bien "la industria cultural", no la cultura. Todo esto significa sólo una cosa: que los únicos favorecidos van a ser los de siempre, las grandes discográficas y las grandes estrellas. Para los demás autores, pan, sopa y cebolla. Y para los ciudadanos, un motivo más de sospecha, de decepción y, sobre todo, de protesta contra el incansable y agotador lobby de los derechos de las discográficas y las grandes estrellas.