Muerte. ¿Aceptarla, o luchar contra ella? Para muchos, una cuestión filosófica. Para otros, el gran enemigo que la ciencia debe vencer. El proyecto Eterni.me no ofrece ninguno de los dos caminos, sino algo entre medio: Una inmortalidad en el mundo virtual, creando tu propio avatar digital, que servirá como interfaz para que tus familiares accedan a tus memorias una vez que hayas partido.
Hace poco falleció uno de mis vecinos. Su salud se deterioró en muy poco tiempo, y lamentablemente no logró superar la noche en el hospital. Aún lo recuerdo a la perfección, tanto su apariencia como algunas de sus decisiones, sus aciertos y sus errores. Imagino que su familia también debe recordarlo, pero a pesar de nuestra voluntad, eso irá perdiendo sustancia. Los detalles se volverán mucho más difusos, y eventualmente, desaparecerá. Algunas personas logran dejar algo, de forma tal que son recordados por mucho tiempo. Pero son muchas las que creen que la propia muerte, la interrupción definitiva de todas las funciones biológicas, es el problema, y como tal necesita una solución igual de contundente. Ya hemos explorado en ocasiones anteriores conceptos como el de la inmortalidad tecnológica, y la conservación de nuestra consciencia gracias a transplantes cerebrales, transferencias sinápticas, y representaciones holográficas.
En esta oportunidad, nos cruzamos con Eterni.me. La idea es que a partir de la “huella digital” que has creado en la Web, se desarrolle tu propio alter-ego virtual, aplicando algoritmos avanzados de inteligencia artificial, que en teoría permitirá a tus familiares y descendientes acceder a tus memorias y otros patrones de comportamiento con un alto grado de precisión. El equipo de Eterni.me está formado por elementos del Programa de Desarrollo Empresarial bajo el ala del MIT, pero también está su CEO, Marius Ursache, fundador y jefe de diseño en Grapefruit, una agencia dedicada al desarrollo digital de productos. En otras palabras, los aspectos técnicos y publicitarios de Eterni.me parecen estar cubiertos.
Aún así, me gustaría tomar todo esto con pinzas. Hasta los más optimistas conceden que los primeros avances en este campo de investigación (léase “inmortalidad”) tomarán como mínimo entre treinta y cuarenta años. Desde cierto punto de vista, lo que ofrece Eterni.me, la generación de un avatar virtual inmortal basado en nuestra actividad cuando estábamos vivos, parece más simple. Pero eso no cambia el hecho de que apenas estamos frente al lanzamiento del proyecto. Como era de esperarse, la ciencia ficción ya ha tocado este tema en particular. El ejemplo más contundente es el cuarto episodio de la serie Black Mirror, en el que uno de los personajes fallece, y su pareja solicita la reconstrucción virtual, hasta que termina por pedir un avatar robótico con sus recuerdos. ¿Llegaremos a eso?