Tenemos malas noticias (o buenas, depende de cómo lo veas): no puedes tocar a nada ni a nadie. Por más que lo intentes, tu trasero no está tocando la silla ni nunca la podrá tocar (de hecho, estás flotando sobre ella). ¡Toda la cruda verdad científica en esta nueva edición trolleante de To Bit!
Es hora de decirlo sin tabúes: no solo tu trasero no toca la silla, sino que nada nunca toca nada. Lo que suponemos como “contacto” es en realidad una interacción de cargas eléctricas.
La explicación es sencilla: los objetos están formados por átomos, con una nube de electrones rodeando el núcleo. Cuando un objeto se acerca lo suficiente a otro, los electrones de los átomos de ambos objetos comienzan a repelerse, dado que tienen la misma carga electromagnética negativa. Por más fuerza que hagas, digamos por ejemplo con tu trasero contra la silla, nunca lograrás que los átomos se junten.
¿Por qué “sentimos” que estamos tocando algo, cuando en realidad no lo hacemos? Se trata de una reacción en cadena de energías: las cargas electromagnéticas de los átomos de la silla “empujan” a los átomos de tus nalgas, generando una interacción hasta llegar a los nervios sensoriales, que comunican al cerebro la “ilusión de contacto”.
Pero entonces, ¿cómo es posible que una tijera corte un papel? ¡Esperamos tus opiniones! Si vamos un poco más allá, ningún átomo de nuestro cuerpo está en contacto con ninguno.
Así que, en realidad, se trata de redefinir lo que entendemos por “tocar”, ya que lo que sucede a nivel cuántico se escapa de la lógica de nuestras nociones del día a día. No, un átomo no son pelotitas dando vuelta alrededor de otras pelotitas, sino un conjunto de partículas que existen como funciones de probabilidad. Salvo que querramos provocar una fusión nuclear, los núcleos atómicos nunca se “tocan”. En todo caso deberíamos redefinir el concepto de “tocar” como “tan cerca como para que las fuerzas atómicas interactúen” o algo así.
Como no somos ni de cerca especialistas en el tema, esperamos los comentarios de nuestros avezados lectores, que de seguro echarán luz sobre este oscuro asunto.
Mientras tanto, ya que al fin y al cabo la realidad está formada por nuestra percepción y no por nociones abstrusas, poco me importa que a nivel atómico no haya contacto real, así que voy a ver si toqueteo un poco a mi novia. Permiso…
¡Hasta el próximo To Bit!