En la habitual columna de opinión de su blog, el argentino Martín Varsavsky, director de FON, Twitxr y parte de las sociedades de Meneame y Copada, afirma que el mercado parece haberse estancado en los últimos meses. ¿Se aproxima otra gran recesión en la industria?
Luego de leer el artículo de Varsavsky quedan claras muchas cuestiones que enseñan porque en aquel momento la caída fue tan brusca y tan importante. Pero a la vez muestra porque ahora ese mismo desastre no podría ocurrir, y es interesante porque está contado por alguien de la industria, que vivió -y sufrió- la debacle en aquel momento.
Los números que se manejaban en los años 97 al 2001 eran realmente impresionantes, y en la gran mayoría de los casos las inversiones se realizaban prácticamente a “ojos cerrados”. Resulta casi inconcebible, pero así era.
En muchos casos bastaba con que un par de estudiantes universitarios crearan un sitio web interesante para que grupos de inversionistas se abalanzaran sobre ellos para adquirirlos. Y aunque se trataba de webs interesantes, en muchos casos el modelo de negocio no estaba demasiado claro, ni la forma de “monetizar” ese interés de los usuarios en la página.
Adsense aún estaba en pañales, por lo que la única forma real de hacer dinero era logrando que otros publicaran anuncios en los sitios. Pero esto no era algo fácil: la web, a pesar de encontrarse bastante avanzada no tenía el nivel de desarrollo que muestra hoy, y la gente que estaba “fuera” del mercado tecnológico no confiaba en la web lo suficiente como medio de publicidad.
Entonces pasó lo inevitable, y las compañías comenzaron a perder dinero. O a no recuperar el que habían invertido, esos cientos de millones que se habían pagado por un sitio ignoto. Las pérdidas fueron monumentales, y el Nasdaq, el índice que mide el mercado tecnológico (algo así como el Dow Jones de la tecnología) se fue al piso.
Ahora que los buenos tiempos volvieron, muchos se preguntan que pasaría frente a otra caída similar, sobre todo porque desde Octubre de 2007 el Nasdaq ha caído un 17% y muchos temen algo igual.
Pero Varsavsky ilustra con ejemplos claros y propios los números que se manejan ahora. Así nos enteramos que Fon ha invertido 25 millones de euros, con los cuales ha podido consolidarse como la red wi-fi más grande del planeta, y luego tiene ejemplos de montos más pequeños: Twitxr les costó solo 20.000 euros, y Gspace uno 30.000. Copada, la versión argentina de Meneame, solo 8.000.
Ya ves que aunque los sitios fracasen, el dinero invertido es poco. La web 2.0 es, tal cual afirma Varsavsky, un gran compilado de sitios similares, pequeños y cuyas inversiones iniciales no son grandes. En caso de un colapso ¿Qué tanto se puede perder?
Poco comparado al año 2001, cuando hubo al menos 67 grandes bancarrotas. Y por “grandes” nos referimos a varios cientos de millones de dólares.
El sector de la tecnología parece haber aprendido la lección, y así es como hoy los montos que se invierten son mucho menores, bastante más a tono con la realidad. Y también son menores los costos de desarrollo de un sitio, algo a lo que ha contribuído mucho el avance tecnológico.
Así que quienes se dedican a esto deben dormir más tranquilos que antes, porque el mundo de la tecnología y la web se ha sincerado bastante respecto de su coste real, aunque aún le quede algo de camino por recorrer en ese sentido.
Es absolutamente irracional pensar que YouTube pueda costar más que Ford como compañía, a pesar de la enorme diferencia de utilidad que ambas tienen. Y ejemplos como estos sobran, lo que demuestra que aún hoy muchos creen que todo lo relacionado a la web y la tecnología es invencible y tiene el futuro asegurado. Y allí está el gran peligro para las economías.