El arácnido favorito de todos hace que parezca muy sencillo trepar por las paredes, pero si nos salimos de los cómics y las películas, la historia es muy diferente en el mundo real, a menos… que hagamos una visita a la Universidad de Stanford para ver en acción a un nuevo sistema inspirado en los pequeños lagartos gecko.
La humanidad ha desarrollado cierta fascinación por superar obstáculos, tanto físicos como simbólicos. Montañas y profundidades que parecían imposibles, ahora son parte de una larga lista de récords, personales y grupales. En algunos casos, la chispa principal es generada por la ciencia, mientras que en otros el crédito pertenece al deporte. Por supuesto, también existen intereses adicionales, y no todos ellos son honestos que digamos. En más de una ocasión hemos oído hablar sobre un “hombre araña” que roba casas escalando por lugares extraños. La superación de una pared, obstáculo vertical por excelencia, ha llevado a la formación de diferentes técnicas… algunas de ellas tan simples como hacer un agujero. En el otro extremo de la cadena, encontramos un nuevo y complejo sistema creado por la Universidad de Stanford.
Como ya sucedió en ocasiones previas, la inspiración detrás de este desarrollo la aporta la naturaleza, más específicamente, los lagartos gecko. La capacidad que poseen estas criaturas de adherirse a una superficie es sobresaliente, ya que pueden soportar cientos de veces su propio peso. El truco está en trasladar dicha capacidad a escala humana, y hacerlo de forma segura. La adhesión de los geckos no es del todo eficiente (pero sí efectiva, algo que la naturaleza también sabe apreciar), y la ley cuadrático-cúbica juega en nuestra contra, pero los científicos descubrieron que si el sistema utiliza dos placas de adhesión ligeramente más grandes que una mano humana, sería suficiente para que una persona pueda escalar. Los parches de las placas están basados en un adhesivo seco llamado PDMS, compuesto por microfibras que aprovechan la atracción electromagnética. Los soportes de los pies son para mantener en orden el balance de carga.
Obviamente, esta tecnología tiene algunas limitaciones. La primera de ellas es que los parches no funcionan bajo la lluvia, y la superficie debe ser lo más lisa posible (como por ejemplo vidrio). Entre sus teóricas aplicaciones, automáticamente viene a la mente la industria espacial con sus entornos de gravedad reducida, mientras que otra posibilidad sería la de incorporar el adhesivo a robots para capturar y manipular chatarra espacial.
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