Uno de los aspectos más importantes para reducir y detener los efectos del cambio climático es la liberación de metano en la atmósfera. 20 años atrás sus niveles se estancaron, pero a partir de 2006-2007 comenzaron a subir de nuevo. La mitad de las emisiones están asociadas a la actividad humana, desde el procesamiento de combustibles fósiles hasta la agricultura y la ganadería. Sí, las vacas producen metano, y una revisión en los números establece que la cantidad de «su» gas es un 11 por ciento superior a lo calculado con anterioridad.
La producción estándar de metano involucra a algo muerto en plena descomposición, con niveles reducidos de oxígeno. Pantanos e incendios forestales son dos ejemplos clásicos de fuentes para el gas, sin embargo, existen otras actividades que nos tocan mucho más de cerca: El procesamiento de combustibles fósiles, y la combinación de agricultura y ganadería. El cultivo de arroz es particularmente malo en lo que se refiere a emisiones de metano (lo cual complica las cosas por su perfil de alimento básico), pero no podemos perder de vista a las vacas. Casi de forma automática uno piensa en flatulencias, aunque en realidad, su porcentaje de metano es muy bajo. La verdadera emisión es a través de los eructos. Una cabeza de ganado rumiante promedio libera 250 litros de metano por día, y sin esa capacidad, no podría procesar los alimentos que consume.
Un estudio del año 2017 (y no reciente como destacaron algunos colegas) financiado por el Carbon Monitoring System de NASA y publicado en la Carbon Balance and Management, revela que con la aplicación de una serie actualizada de factores (2006 versus 2011), las emisiones globales de ganado son un 11 por ciento más altas de lo que se creía (119 millones de toneladas métricas). Si bien el dióxido de carbono tiene una presencia mucho más amplia, el «potencial invernadero» del metano es entre 28 y 32 veces superior. Además de una serie de cambios en la cría de ganado (expansión del feedlot, mayor tamaño por cabeza), el estudio menciona diferencias en la administración del estiércol. Si analizamos al territorio europeo, las emisiones de metano disminuyen en paralelo con la reducción en la población de ganado, mientras que el procesamiento centralizado de estiércol (diseñado para optimizar ganancias) en los Estados Unidos y Canadá produce un aumento en las emisiones.
Algunas estrategias sugieren modificar la dieta de las vacas para reducir la producción de metano (con algas, mayor cantidad de grasas, e incluso ajo). Otras, que concentrar esfuerzos solo en la ganadería no es suficiente, y que es necesario «atacar» a más fuentes (el antes mencionado cultivo de arroz, por ejemplo). Sin embargo, la apuesta más radical es el abandono definitivo de la ganadería tradicional, para dar lugar al desarrollo de «carne de laboratorio». El tiempo dirá.
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Fuente: Physorg