¿Quién mejor que los niños podría donar la energía que les sobra? Eso es precisamente lo que han hecho un grupo de eco-inventores americanos para transformar las diversiones de patio de colegio en energía limpia y renovable. Han diseñado un parque lúdico que cuando los chicos lo mueven, genera electricidad. Un juego de niños muy serio.
Estamos habituados a escuchar grandes noticias que nos hablan de hallazgos revolucionarios y prometen inalcanzables paraísos de energías inagotables y prácticamente definitivas. No paramos de ver llegar descubrimientos que nos hacen asombrarnos y especular con un futuro brillante donde el abastecimiento de energía será ideal. Sin embargo, esos avances aún no terminan de llegar y mientras tanto, la vida en la Tierra sigue su curso, con sus miserias y sus proezas. Es en el presente donde quieren actuar unos ingenieros americanos que pretenden ayudar a los países mas necesitados a proveerse de una energía limpia e inagotable. Al menos mientras existan niños.
Karen Cavanagh, CEO de Saber Technical (Nueva York), asegura que sus equipos eléctricos con forma de aparatos de juego para niños y equipados con alternadores y baterías, son capaces de generar y almacenar energía a partir del movimiento que producen los infantes en sus juegos diarios. Ingenioso ¿verdad? Toda esa energía incansable de los críos puesta a disposición de la comunidad para ser usada en tareas básicas como por ejemplo, sacar agua de los pozos mediante bombas eléctricas. El sistema no puede ser más simple y a la vez efectivo. Los chicos hacen girar un tiovivo que va conectado al alternador, que a su vez, genera la energía suficiente para activar la bomba que sube el agua hasta un tanque. Una vez allí se usará a discreción de los miembros de la comunidad.
¿Cómo logramos que los niños se aficionen a equipos de alta tecnología? Pues convirtiendo los generadores en divertidos tiovivos que además incorporan lucecitas de colores que se encienden con la velocidad que adquiere la máquina cuando los chavales juegan con ella. Funciona como recompensa visual. Cuanto más corres, más bombillas se activan, apareciéndose ante los infantes como una atracción difícil de rechazar. No es necesario que los niños sean unos atletas olímpicos. Sólo que jueguen como suelen hacerlo normalmente. Tan sencillo resulta este mecanismo que ya hay varios colegios privados en USA que lo están usando de modo habitual. Pero la noticia radica en que varios países como La India, República Dominicana, Haití y posiblemente hasta Afganistán ya tienen previsto acceder a estos dispositivos.
Uno de los proyectos más esperanzadores se sitúa en Tanzania. En la escuela de Sinai en Babati, estudian 600 alumnos que todos los días se ven obligados a desplazarse casi 4 kilómetros para conseguir agua potable. Además, sus clases no tienen electricidad y las usan también como almacenes. Con estos aparatos, los niños podrán generar su propia corriente y no tendrán que caminar tan lejos simplemente para poder acceder al agua limpia. "Ellos no tienen agua corriente en la escuela", explica Clive Shiret de la Livingstone Tanzania Trust, una organización solidaria. No tienen instalaciones sanitarias. Eso nos permitirá hacer un buen trabajo higienizando el lugar y proporcionando a los chicos una mejor calidad de vida".
Un profesor de la Woodland Hills Montessori School en Nueva York, donde ya hay un parque de generación de electricidad en funcionamiento, declara que hay que empezar por lo básico: "Estamos tratando de involucrar a los niños que participan en el proyecto, y qué mejor que empezar con las necesidades fundamentales como por ejemplo, el agua, que es un componente básico de la vida”. ¿Pero deberían las Asociaciones de Padres del mundo preocuparse y comenzar a mirar a los niños como hámsteres dentro de una rueda para generar energía a beneficio de unos indeseables? Tengan en cuenta que en algunos países la explotación infantil es un hecho. No podemos olvidar que la protección al menor que se dispensa en los países ricos no la poseen los lugares donde van a llegar estos proyectos. David Canfield, que trabajó en el montaje del parque de juegos de Montessori, dijo: "Esta es una oportunidad para que los niños de todo el mundo compartan algo en común. El parque funciona en muchos niveles, incluido el científico, ecológico y cultural. Por supuesto, si alguien comenzara a utilizar los niños y patios de recreo como minas de diamantes sería una terrible equivocación ”.
De todos modos, los creadores de estos parques infantiles ecológicos se muestran seguros de que su invento servirá para que muchos niños de las zona mas deprimidas puedan ampliar su calidad de vida y acceder a unos servicios básicos que sólo les costaría una ratito de juego. Nunca una energía fue más divertida. Ni más solidaria.