Científicos de la India capturan microorganismos que viven en la parte alta de la atmósfera pero que no existen en la superficie del planeta. Son 3 bacterias desconocidas que hacen pensar en la lejana posibilidad de que nos encontremos ante organismos extraterrestres, en el sentido estricto de la palabra. Se han cercionado de manera muy rigurosa de que estos entes orgánicos no pertenecen a la fauna microscópica habitual del planeta, aunque hay que decir que no tienen dientes ni son de color verde. Se trata de especies nuevas pero de ADN conocido. Tranquilos.
Un grupo de investigación hindú lleva desde el 2001 realizando este tipo de observaciones con resultados positivos pero no ha sido hasta ahora, cuando han vuelto a replicar el experimento, cuando se han decidido publicar los resultados una vez se han asegurado el rigor necesario para poder declarar que lo encontrado no ofrece lugar a dudas. Se trata de 3 nuevas especies de bacterias que no se encuentran en la Tierra y que exhiben una alta resistencia a la radiación ultravioleta. No podía ser de otra manera porque a tan elevada altura la protección de la atmósfera ante los UVA es mínima. Una de las especies ha sido bautizada con el nombre de Janibacter hoylei, en honor del distinguido Astrofísico Fred Hoyle, la segunda Bacillis isronensis reconociendo la contribución de ISRO en el experimento de globo que llevó al descubrimiento y la tercera Bacillus aryabhata por el célebre antiguo astrónomo indio Aryabhata y también por el primer satélite de ISRO. Este esfuerzo multi-institucional contó con Jayant Narlikar del Centro Interuniversitario para Astronomía y Astrofísica en Pune como Investigador Principal y a los veteranos científicos U. R. Rao de ISRO y P.M. Bhargava de Anvesha apoyando como mentores del experimento. S. Shivaji del CCMB y Yogesh Shouche de NCCS fueron los expertos en biología y Ravi Machanda de TIFR estuvo a cargo de la instalación del globo. C.B.S. Dutt fue el Director del Proyecto de ISRO que estuvo a cargo de la preparación y operación de la compleja carga.
¿Cómo se realizó el experimento? Desde la Instalación Nacional de Globos de Hyderabad, usada por Instituto Tata de Investigación Fundamental (TIFR) se lanzó un globo de 2.7 millones de pies cúbicos y con una carga útil de 459 kilos sumergida en 38 kilogramos de neón líquido. La carga consistía en un sistema de muestras criogénicas que contenía 16 sondas de acero inoxidable esterilizadas. Durante el vuelo, las sondas permanecieron inmersas en el neón líquido para crear un efecto de bomba criogénica. Estos cilindros, tras recolectar muestras de aire de distintas alturas (entre los 20 y 41 kilómetros) fueron enviados en un paracaídas de vuelta y recuperados con protocolos de alta seguridad para evitar contaminaciones. Estas muestras fueron analizadas por científicos del Centro de Biología Celular y Molecular en Hyderabad así como en el Centro Nacional de Ciencia Celular (NCSS) en Pune, para un examen independiente, asegurando que ambos laboratorios seguían protocolos similares para lograr una homogeneidad en el procedimiento y la interpretación. Realmente se ha puesto mucho empeño en conseguir un rigor extremo para lograr que las muestras se mantengan puras y que las observaciones no lleven a engaño.
¿Cuáles fueron los resultados? En todas, se detectaron 12 colonias bacterianas y 6 fúngicas (hongos), basadas en 165 secuencias genéticas de ARN, mostraron una similitud mayor del 98% con las especies conocidas de la Tierra. Tres de las colonias bacterianas, a saber, PVAS-1, B3 W22 y B8 W22 eran, no obstante, especies totalmente nuevas. Las 3 especies recientemente identificadas poseían una resistencia de modo significativamente mayor al UV en comparación con sus vecinos filogenéticos más cercanos. De las anteriores, PVAS-1, identificada como miembro del género Janibacter, ha sido llamada Janibacter hoylei. sp. nov. La segunda especie B3 W22 se llamó Bacillus isronensis sp.nov. y la tercera especie B8 W22 Bacillus arybhata.
Las medidas y controles de precaución tomadas en este experimento permiten confiar en que estas nuevas especies se han tomado en la estratosfera y no de cualquier otra parte de la Tierra. Aunque el actual estudio no establece de forma concluyente el origen extraterrestre de estos microorganismos, proporciona un estímulo positivo para continuar el trabajo en la búsqueda por explorar el origen de la vida. No sería tan extraño pensar que alguna vez esas bacterias llegaron a la Tierra transportadas por algún meteorito. Sabemos poco de cómo se comporta la vida en condiciones extremas y en este caso, la naturaleza nos acaba de dar una lección mostrándonos organismos capaces de sobrevivir en una zona realmente difícil. Quién sabe si algún tipo de vida similar a la encontrada pudiera estar ahora mismo viviendo tan a gusto en alguna luna de Júpiter o en algún planeta cercano, como Marte o Venus.